martes, 22 de septiembre de 2015

Psicóloga Lupita, una profesional de la salud mental no apta para ejercer

Si bien, Lupita no está apta para ejercer, su caso no es único, se da muchísimo entre profesionales de la salud mental.

Ella comenzó a atenderme en un servicio telefónico de atención en crisis, en fin de semana y algún tiempo después, pude conocerla en persona. Tuvimos una relación difícil de definir, en la que parte del tiempo ella era una interventora en crisis o alguien con quien hablar, y parte del tiempo era mi amiga. Quisiera decir algo que quiero que quede bien claro. Lupita me ayudó en momentos difíciles, en los que incluso no tuve nada que comer. Eso sucedió un cierto número de veces durante los años que siguieron, a partir del año 2011, e incluso en el presente año, ella me ayudó dando buenas referencias sobre mí durante mi proceso de contratación en la compañía que trabajo y después dándome una carta de referencia laboral. La gratitud es algo que no se debe de perder y en el caso de Lupita, no voy a olvidar lo que hizo por mí.

Sin embargo, también he sido objeto de agresiones muy serias por parte de esta psicóloga, como a finales de ese año 2011 en que me llamó mantenido. Este agravio resultó muy doloroso y lo he hablado con otras psicólogas y a todas les ha parecido absolutamente reprobable; una psicóloga jamás debe de decirle eso a un usuario.

Hace meses que no hablo con Lupita principalmente porque ha mostrado un comportamiento muy difícil hacia mí. Una de las últimas veces en que lo intenté, me trató como si estuviera hablando con un pendejito al que se le puede "cotorrear". Me parece que el narcisismo patológico de esta mujer la lleva a sentirse superior a mí, y parece difícil que me equivoque. Ese día comenzó diciéndome estupidez y media, que si había trabajado (era sábado y yo trabajo de lunes a viernes), que si podía ir a la institución pública donde me dan la atención psiquiátrica (la atención es entre semana) y más pendejadas de todo tipo. Me molestó mucho que le dije que estaba comenzando a tener ingresos y que quería comprar muchas cosas, y esta mujer tonta me dijo: "ahorra, ahorra", cayendo en una actitud de cerrazón y de tontería, sin detenerse a pensar que el tener ingresos me permite hacer muchas cosas que no pude hacer cuando viví en la pobreza. ¿Qué sentido tendría trabajar para seguir viviendo privado de aquello que necesito? La escasa inteligencia de esta mujer no alcanza para entender algo tan sencillo y se monta en su burro y no escucha.

Algo todavía más ilustrativo sobre lo mal que anda esta psicóloga es lo que me dijo uno de esos días, sábado en la noche al comenzar su turno de doce horas en el servicio de intervención en crisis. Me parece que comenzó cuando me molestó que me preguntara si había trabajado ese día (había mencionado que yo trabajo de lunes a viernes) y entonces Lupita me dijo que ella trabajaba todos los días. No sé por qué me echó eso en cara a mí, si no dependo de ella, no vivo en su casa y no me mantiene. Que ella trabaje todos los días es algo que no tiene nada que ver conmigo. Más aún, su trabajo como psicóloga clínica no sirve; no sé si el trabajo que hace en su otro empleo en Cruz Verde Zapopan sirva para algo (la verdad lo dudo), pero si su trabajo no rinde ningún fruto, haría mejor en dejar a otra persona capaz y dejar de estorbar.

Resulta inverosímil es que me haya dicho que ella viene de una "cultura del esfuerzo", siendo especialmente incompetente con los números, entiéndase con la aritmética más elemental. Lupita no puede hacer la operación aritmética más sencilla sin una calculadora. No podría calcular el área de un cuadrado, no domina el uso del punto decimal y por supuesto, tampoco las operaciones con fracciones. Lupita eligió una licenciatura que no lleva números, que junto con medicina, derecho, medicina y otras, se han convertido en un refugio de burros que no quieren ponerse a estudiar y superar sus deficiencias académicas. Por si esto fuera poco, Lupita ni siquiera sabe escribir correctamente, su redacción es muy defectuosa y no domina la ortografía (si bien hay que aclarar que eso es una verdadera pandemia en nuestro país). Lupita tampoco domina una lengua extranjera.

Las agresiones verbales de Lupita, hayan sido muchas o pocas, han constituido una manifestación de su falta de adecuación como ser humano, del malestar que siente al saber que ha fracasado y tiene que ver con las entradas anteriores, en que al verme a mí como un paciente psiquiátrico, un individuo con problemas serios de salud mental, me ha considerado el blanco perfecto de sus ataques porque ella puede argumentar que no hay tal, que por mi patología yo percibo hostilidad y agresión donde no la hay; una postura de lo más ruin. Por supuesto, si me considera débil, se permite probar sus fuerzas conmigo, comparándose para tratar de reafirmar su valía. Si no fuera un ser humano pobre y disfuncional, no tendría ninguna necesidad de compararse con nadie.
 
Si se comparara con una profesional de la salud mental exitosa, Lupita saldría muy mal parada, lo sabe perfectamente bien y por eso evita ese tipo de confrontación. En fin, habrá que dejarla que siga con su comportamiento no ético y vergonzoso.

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