El artículo menciona comportamientos, intereses y actividades de personas con síndrome de Asperger restringidas y repetitivas y algunas veces tienen una intensidad o un enfoque anormal.
Menciona también áreas de interés específicas y muy reducidas, tales como coleccionar volúmenes de información detallada sobre un tópico relativamente reducido tal como datos del clima o nombres de las estrellas, sin tener necesariamente una comprensión genuina del tópico de forma más amplia. Pone como ejemplo a un niño que memoriza los números de modelo de cámaras fotográficas, sin tener un interés en la fotografía.
También habla de comportamientos motores estereotipados o repetitivos como el núcleo del diagnóstico de AS. Incluye movimientos con las manos tales como aplaudir, y movimientos complejos que se hacen con todo el cuerpo. Estos son repetidos típicamente en manifestaciones más prolongadas y se ven más voluntarias o ritualistas que los tics, que generalmente son más rápidos, menos rítmicos y frecuentemente menos simétricos.
De acuerdo con la prueba de diagnóstico para la evaluación de Asperger en adultos, es común una falta de interés en la ficción y una preferencia definitiva por la no-ficción, en adultos que padecen AS.
Hablando de mí, me resulta difícil recordar ciertos aspectos de mi infancia. No recuerdo haber presentado ese tipo de comportamientos, como memorizar números, pero sí recuerdo que el piso del baño, por ejemplo, estaba cubierto con pequeños azulejos de forma pentagonal o hexagonal, y agrupados en número de siete, semejaban el rostro de un caballero medieval, que usa barba y bigote y lleva puesto su yelmo. Por otra parte, cuando viajábamos por carretera (cosa bastante frecuente) sobre todo durante la noche, yo observaba esos pequeños postes que no miden más de 50 cm en la orilla de la carretera, sobre todo en las curvas, e imaginaba que era un piloto aviador en un avión de combate, que rafagueaba con mis ametralladoras a cada uno de esos postes, que en mi mente era un avión de combate de la potencia enemiga. Así, en unas horas, derribaba más cazas que todo un escuadrón en la Segunda Guerra Mundial.
Al llegar a la pubertad, me interesé en la actividad física. No sé de dónde me nació la idea y el deseo de ponerme en forma (algo bastante afortunado) y la primera manifestación fue hacerme de un tramo de cuerda, como la que se usa en los cortineros, y dedicar largas sesiones encerrado en mi recámara, a saltar la cuerda. Años más tarde, vendría la carrera a pie, que por supuesto, tenía que hacer en exteriores, al aire libre, pero que hice todo el tiempo en solitario. Con el paso del tiempo, ya en la temprana edad adulta, cambié al ciclismo de ruta, que a mis 51 años sigo practicando. Quisiera mencionar aquí algo que considero importante. Mucho del entrenamiento que hago lo hago en rodillos (rollers) sinónimo de ciclismo estacionario. Esta actividad es repetitiva, evito la monotonía variando mucho la intensidad y escuchando música, pero tiene como característica que la hago en solitario e indudablemente constituye un ritual. Lo he hecho desde hace 23 años (con algunas discontinuidades) y así he recorrido miles de kilómetros, posiblemente decenas de miles de kilómetros. Por supuesto que también hago recorridos en el exterior, que son más placenteros porque en ellos la monotonía está ausente.
Tengo aversión a ciertos números. Por ejemplo, en este momento, la lectura del odómetro anda arriba de los 8000 km y en otras épocas, esto me causaba una profunda inquietud y preocupación, sintiendo que iba a pasarme algo desafortunado. Ahora he superado esto, pero evito escribir en un cuaderno la fecha y el kilometraje del odómetro por temor a que ello me traiga mala suerte, sabiendo muy bien que esto es irreal y absurdo.
Desde que aprendí a leer, he mostrado un gusto por la lectura (de hecho fue mediante la lectura que aprendí un idioma extranjero, el inglés) y procuro leer. En mi caso, yo no muestro una preferencia por la no- ficción. En este momento estoy leyendo dos libros (en inglés) que ya había leído en años anteriores: To kill a mockingbird, de Harper Lee, e Ivanhoe, de Walter Scott. Me gusta leer no ficción, pero la literatura, la novela es una de mis grandes pasiones.
Menciona también áreas de interés específicas y muy reducidas, tales como coleccionar volúmenes de información detallada sobre un tópico relativamente reducido tal como datos del clima o nombres de las estrellas, sin tener necesariamente una comprensión genuina del tópico de forma más amplia. Pone como ejemplo a un niño que memoriza los números de modelo de cámaras fotográficas, sin tener un interés en la fotografía.
También habla de comportamientos motores estereotipados o repetitivos como el núcleo del diagnóstico de AS. Incluye movimientos con las manos tales como aplaudir, y movimientos complejos que se hacen con todo el cuerpo. Estos son repetidos típicamente en manifestaciones más prolongadas y se ven más voluntarias o ritualistas que los tics, que generalmente son más rápidos, menos rítmicos y frecuentemente menos simétricos.
De acuerdo con la prueba de diagnóstico para la evaluación de Asperger en adultos, es común una falta de interés en la ficción y una preferencia definitiva por la no-ficción, en adultos que padecen AS.
Hablando de mí, me resulta difícil recordar ciertos aspectos de mi infancia. No recuerdo haber presentado ese tipo de comportamientos, como memorizar números, pero sí recuerdo que el piso del baño, por ejemplo, estaba cubierto con pequeños azulejos de forma pentagonal o hexagonal, y agrupados en número de siete, semejaban el rostro de un caballero medieval, que usa barba y bigote y lleva puesto su yelmo. Por otra parte, cuando viajábamos por carretera (cosa bastante frecuente) sobre todo durante la noche, yo observaba esos pequeños postes que no miden más de 50 cm en la orilla de la carretera, sobre todo en las curvas, e imaginaba que era un piloto aviador en un avión de combate, que rafagueaba con mis ametralladoras a cada uno de esos postes, que en mi mente era un avión de combate de la potencia enemiga. Así, en unas horas, derribaba más cazas que todo un escuadrón en la Segunda Guerra Mundial.
Al llegar a la pubertad, me interesé en la actividad física. No sé de dónde me nació la idea y el deseo de ponerme en forma (algo bastante afortunado) y la primera manifestación fue hacerme de un tramo de cuerda, como la que se usa en los cortineros, y dedicar largas sesiones encerrado en mi recámara, a saltar la cuerda. Años más tarde, vendría la carrera a pie, que por supuesto, tenía que hacer en exteriores, al aire libre, pero que hice todo el tiempo en solitario. Con el paso del tiempo, ya en la temprana edad adulta, cambié al ciclismo de ruta, que a mis 51 años sigo practicando. Quisiera mencionar aquí algo que considero importante. Mucho del entrenamiento que hago lo hago en rodillos (rollers) sinónimo de ciclismo estacionario. Esta actividad es repetitiva, evito la monotonía variando mucho la intensidad y escuchando música, pero tiene como característica que la hago en solitario e indudablemente constituye un ritual. Lo he hecho desde hace 23 años (con algunas discontinuidades) y así he recorrido miles de kilómetros, posiblemente decenas de miles de kilómetros. Por supuesto que también hago recorridos en el exterior, que son más placenteros porque en ellos la monotonía está ausente.
Tengo aversión a ciertos números. Por ejemplo, en este momento, la lectura del odómetro anda arriba de los 8000 km y en otras épocas, esto me causaba una profunda inquietud y preocupación, sintiendo que iba a pasarme algo desafortunado. Ahora he superado esto, pero evito escribir en un cuaderno la fecha y el kilometraje del odómetro por temor a que ello me traiga mala suerte, sabiendo muy bien que esto es irreal y absurdo.
Desde que aprendí a leer, he mostrado un gusto por la lectura (de hecho fue mediante la lectura que aprendí un idioma extranjero, el inglés) y procuro leer. En mi caso, yo no muestro una preferencia por la no- ficción. En este momento estoy leyendo dos libros (en inglés) que ya había leído en años anteriores: To kill a mockingbird, de Harper Lee, e Ivanhoe, de Walter Scott. Me gusta leer no ficción, pero la literatura, la novela es una de mis grandes pasiones.
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