viernes, 4 de diciembre de 2015

La piel de Karenn, el amor que en mí despierta, el dolor que su rechazo provoca

Labios que acarician su piel
Ojos que asimilan su tonalidad
Tacto que percibe su tersura
Luz que ilumina su belleza
Visión que te traslada a mi mente
Y despierta un amor que le ofrezco como todo lo que poseo
Que ella rechaza una y otra vez
Lastimando mi alma
Cultivando un dolor que se hace permanente
Contribuyendo a quebrantar mi voluntad
Y pese a todo, mis sentimientos por Karenn son indestructibles

martes, 1 de diciembre de 2015

1 de diciembre, comienza el último mes del año

Comienza el último mes de un año que ha sido bueno para mí y que he disfrutado en parte, y en el que también he sufrido.

He aprovechado la oportunidad que se me presentó al obtener finalmente un empleo, algo que se me había negado prácticamente toda mi vida. He tenido buen desempeño, he sido responsable y he realizado mi labor con la energía que me caracteriza, pero también he tenido dificultades que me han provocado un sufrimiento que no guarda proporción con su verdadera magnitud y eso me preocupa.

En las últimas semanas mi comportamiento ha sido verdaderamente muy malo y cito tres ejemplos muy representativos:

El domingo 22 de noviembre me hallaba lavando unas prendas en el lavadero, cuando por alguna razón entré a la casa y al salir no encontré el jabón. Hablaba por teléfono con Karenn, mi queridísima amiga y le comenté que no sabía que había hecho con la pastilla de jabón. Después de buscarla dentro y fuera de la casa, pensé en la posibilidad de que Helga, la perra pastor Malinois que me dieron en adopción la hubiera tomado y comencé a buscarla en el patio, que es una mezcla de tierra suelta, maleza y arbustos. Cuando la encontré (acababa de desenvolverla) me di cuenta de que la perra la había mordido y se hallaba completamente cubierta de tierra y prácticamente inservible. Sentí una furia tremenda y le dije a mi bella amiga que iba a echar a la perra a la calle. Con esto quise decir que iba a echarla de la casa para que volviera a ser un animal sin dueño, sin hogar. Así lo hice. Tengo conciencia de que estaba muy enojado, pero no entiendo cómo pude hacer algo tan cruel.

Me dirigí a la tienda a comprar otro jabón y al regresar vi a la perra en el estacionamiento de una iglesia cercana a la casa y la visualicé alejándose sin rumbo, para perderse y enfrentar un destino trágico.

Seguí lavando mis prendas de ropa y cuando le volví a llamar a Karenn, ella se mostró muy enojada conmigo, por mi acto cruel e insensible. Mi bella amiga tenía razón, absolutamente.

Afortunadamente, a las diez de la noche la perra regresó y cuando escuché ruidos en la cochera, bajé y la metí a la casa, para sacarla finalmente al patio.

Ese asunto no terminó mal.

Por el contrario, el pasado viernes 27 de noviembre, después de cenar encontré a Rito, mi perro Chihuahua en uno de los baños de la casa, debajo del lavabo, visiblemente enfermo. En cuanto lo vi me di cuenta de que era muy probable que cualquiera que fuese su padecimiento, terminara matándolo.

Salí a pasear a las perras, Lola de nueve años y Helga, cachorra, y mientras caminaba comencé una conversación telefónica con mi bella amiga, la mejor persona que hay en mi vida en este momento. De pronto sentí unos celos de una intensidad enloquecedora por lo que me decía y comencé a insultarla, diciéndole cosas que sabía la lastimarían terriblemente. Ella continuó hablando conmigo recibiendo mis agresiones y jamás cortó la comunicación. La llamada se extendió aproximadamente dos horas y media y en algún momento me di cuenta de que lo que estaba haciendo era reprobable e injustificado. Mi bellísima amiga, enojada y llorando me decía que yo era su amigo, algo que me conmovió porque no conozco a ninguna persona que después de ser lastimada de esa manera pueda seguir dando afecto, un amor incondicional que parece indestructible.

Sentí un arrepentimiento y una culpabilidad tremenda y se lo expresé a este hermoso ser humano, pero el daño ya estaba hecho.

Por otra parte, mi perrito Chihuahua pasó una noche de mucho sufrimiento y a la mañana siguiente murió, cuando yo me disponía a conseguirle la atención médica que necesitaba.

Estoy muy arrepentido por mi comportamiento y siento tristeza y culpabilidad, pero eso no resuelve nada.

No te merezco Karenn. Eres un ser humano excepcional, a una persona como tú es imposible no amarla.

Te pido perdón por lo que te hice, Rito, mi perro Chihuahua que me adoptó como dueño y me quiso, dándome todo a cambio de nada.

Me siento tan mal.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Problemas de comportamiento, lastimar a quien no se debe

Comienza el día miércoles y enciendo mi smartphone, abro mi cuenta de twitter y veo un tweet en el que la mujer de la que me he enamorado ha expresado interés romántico en un hombre que no soy yo. No sé lo que siento y temo los minutos que se avecinan, sabiendo que voy a sentir una intensa furia acompañada de impotencia y la necesidad de lastimar a alguien. También sé que no tengo derecho.

Karenn es mi amiga y ha quedado bien claro que no podemos ser pareja por la sencilla razón de que estamos en ciudades lejanas y si fuéramos amantes (en el buen sentido de la palabra), nuestros encuentros serían muy esporádicos y ella no quiere eso. Yo tengo más de 50 años de edad y pese a que no he tenido muchas parejas, sí he conocido a muchas mujeres. Veo en ella un espíritu muy generoso y a pesar de que ella no me habla de su vida difícil, me he dado cuenta de que su niñez, su adolescencia y su juventud lo fueron. Aun así, su psiquis se ve clara y translúcida, su voz y su discurso expresan una gran alegría, y pese a ser una mujer muy inteligente es amable y accesible. Quererla es tan fácil, es algo natural.

Lastimé a este bello ser humano y no quiero entrar en detalles sobre cómo lo hice. Lo único que puedo decir es que sé muy bien que ella tiene derecho a entablar una relación romántica con un hombre que no voy a ser yo y el día que eso suceda, no sé qué es lo que voy a hacer. Eso sí me va a doler mucho, pero lo único que podré hacer será aceptarlo.

Mi muy querida Karenn me escribió un correo electrónico en respuesta a uno que le envié y me expresa cosas sobre mí que no puedo negar, aunque puedo argumentar sobre algunas. Me dice que he decidido que mi trastorno de personalidad (límite) sea más fuerte que yo y a eso no sé qué responder. Si así fuera (y quisiera pensar que no), no sería conscientemente. Me dice esta hermosa mujer que soy capaz de violentar a mi propia madre y esto no puedo negarlo.

La situación con mi madre es bastante compleja. Ella fue madre muy joven, cuando nacimos Mónica y yo, tenía 22 años y tenía tras de sí una historia de vida muy difícil. Por sus carencias afectivas, por el amor que sus padres no le dieron se aferró a un hombre terrible (mi padre) y cerró los ojos ante su violencia y ante el hecho de que era una mala persona, y ese comportamiento, que duró cerca de 40 años le permitió a ese padre terrible arruinar a tres hijos y matar a su hija menor.

En lo personal, hasta hace escasos siete meses vivía en la desesperación y solamente esperaba vivir con el menor sufrimiento posible y pensaba que sería muy probable que cuando las cosas se pusieran muy difíciles sería el momento de quitarme la vida. Mis pérdidas son gigantescas y si bien mi madre no es la responsable directa, sí lo hizo posible con su ceguera deliberada y su omisión, si bien también es cierto que el pasado no se puede cambiar.

Por otra parte, trabajo de lunes a viernes y cada catorce días recibo el pago correspondiente, que no es mucho, y con una parte de eso trato de proporcionarle el mayor bienestar posible. Le he comprado un buen número de películas piratas, porque no podría pagarlas al precio regular, y he tomado la costumbre de acudir a una librería de prestigio como Gandhi y comprarle libros, pues a sus 73 años conserva el buen hábito de la lectura. Esa mujer es mi madre y la quiero, y si bien tiene grandes cosas a su favor, también es corresponsable junto con mi padre de los últimos 17 años de mi vida (1998-2015) que fueron un verdadero infierno y durante los cuales perdí lo que jamás voy a recuperar.

No digo que esté bien perder la paciencia con ella, levantarle la voz ni hablarle con dureza; simplemente digo que para poder parar ese comportamiento hace falta avanzar en el proceso de recuperación y ayudaría bastante que las personas que me rodean muestren mayor disposición a asumir la parte de responsabilidad que les toca, algo que mi madre está todavía bastante lejos de hacer. Es muy probable que jamás lo haga y no puedo culparla. Nadie tiene la obligación de hacer lo que no le es posible.

Mi hermosa amiga me menciona a mi hermana y el hecho de que la he destruido. En eso sí está equivocada (se refiere a mi hermana Yolanda, la que se casó con un padrote). Ella se está destruyendo al perpetuar una relación con un perdedor por naturaleza y no quiero decir más porque ya lo he hecho bastante en este blog. Yolanda fue muy ruin desde niña y abusó del poder que le dio nuestro padre, viéndola como su santa madre vuelta a nacer. Si le he hecho daño es porque ella se lo buscó y era necesario, solamente así entenderá que si se mete conmigo enfrentará consecuencias muy serias. No me gusta vivir en la indefensión ni que se me trate como a un insignificante pendejo y eso es lo que mi ruin hermana ha hecho.

Karenn habla de mi ego lastimado y viniendo de una mujer tan inteligente y tan bien preparada me doy cuenta de que tiene razón. Yo mismo le había expresado la idea de que temo ser muy narcisista y probablemente detrás de esa característica está mi fuerte tendencia a vengarme de alguien cuando me afecta o me lastima de alguna manera. Hay ya un número de personas que han enfrentado consecuencias graves por haber provocado mi furia y la verdad es que en la mayoría de los casos no me arrepiento, aunque sí veo la necesidad de cambiar esto.

Seguir vengándome de gente que me hace daño podrá brindarme una satisfacción que no es tan efímera, no es que no valga la pena, sino que estaré cayendo en un ciclo que se repetirá incesantemente mientras viva. Todos los seres humanos enfrentamos la hostilidad de otras personas y sus tentativas de hacernos daño, pero un verdadero crecimiento personal implica resolver los mayores problemas existenciales sin hacerse daño y sin herir a otros. Las palabras tan sabias de esta bella mujer a la que quiero tanto: las personas buenas no gastan su energía en ver cómo destruir a su «enemigo» sino en construir, ofrecer, cuidar, proteger.

Karenn constituye una motivación para recuperarme y verme como soy, aprendiendo a manejar y canalizar mi energía destructiva que se manifiesta como necesidad de vengarme, convirtiéndola en energía positiva para dar lo mejor de mí a quien lo necesite y lo acepte.

Eres un bellísimo ser humano, Karenn Kiowa, lo sepas o no. Lo creas o no.

Te quiero.
 

martes, 17 de noviembre de 2015

17 de noviembre, fecha significativa

El pasado viernes 13, me sentí bastante mal porque tenía un catarro que amenazaba con convertirse en gripe, cosa que afortunadamente no sucedió. El sábado vi a mi psicóloga Laura A., no sin antes hablar con mi queridísima Kiowa la noche del viernes.

Ese sábado 14 hice las compras de cada fin de semana y después me dirigí a casa. No me puse a estudiar, pero me pareció que había una justificación, pues me sentía indispuesto, si bien comenzaba a recuperarme. En la noche volví a hablar con mi querida Kiowa, después de cenar, y el domingo continué con mi descanso, tirado en la sala escuchando música y leyendo un libro de cuentos de Alice Munro que había obsequiado a mi madre un par de semanas antes.

Por la tarde me puse mis prendas de ciclismo y me di a la tarea de entrenar en rodillos, sudando copiosamente y haciendo un esfuerzo a intensidad baja y media. Más tarde cené y al acostarme a dormir lo hice sin haberme bañado.

Lunes 16 de noviembre, día de asueto en mi país porque el próximo 20 será aniversario de la Revolución, salí a andar en bicicleta a mi circuito con fuertes pendientes y tuve un ligero altercado con un hombre mucho más joven que yo, que no llegó a los golpes. Continué ejercitándome sin sentirme mal por lo que había pasado y al terminar, dos horas y media más tarde, tuve la sensación de que le había hecho daño a alguien.

Hoy martes 17 de noviembre parece una fecha significativa, pero debería dejar de serlo. Vinculo a este día la fecha de nacimiento de Galia, una mujer gorda y tonta que hoy cumple 45 años y de quien tengo muy malos recuerdos, una persona a la que no he visto en cerca de 20 años y a quien no espero volver a ver.

Más importante, un lunes 17 de noviembre, hace 18 años, comencé a trabajar en una maquiladora donde tuve muy buen desempeño y donde por ello, mi jefe, un individuo al que yo consideraba mi amigo, me echó a la calle dos meses y medio después, al comenzar el mes de febrero del siguiente año. Comenzó entonces el segundo periodo de infierno en mis cerca de 34 años de existencia (1998).

El hecho es que ahora tengo una nueva oportunidad. El sábado le dije a Laura, mi psicóloga, que no soy muy dado a creer en Dios, y la verdad es que en seis meses y fracción no le he dado gracias por este cambio tan positivo en mi vida.

Lo haré. Lo prometo.

Te quiero, Karenn Kiowa.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Problemas cotidianos, trastorno límite de la personalidad, recuperación

En menos de 40 minutos el viernes 13 de noviembre habrá terminado laboralmente, junto con la semana. Ya me depositaron mi catorcena y me dispongo a descansar el fin de semana, que será largo porque no trabajaremos el lunes, asueto bienvenido.

Extraño a Karenn Kiowa, pero no sé si vamos a retomar nuestra relación de amistad muy cercana porque no me gusta su tendencia a censurarme y a mostrarse intolerante conmigo. Por otra parte, he tenido poco trabajo pero he estado activo, traduciendo documentos que muy probablemente me van a asignar más adelante y la inmersión en el tema me conduce a aprender y lo que era desconocido comienza a dejar de serlo y a tornarse interesante.

Mañana sábado veré a Laura A., y no sé qué voy a decirle. Pienso en las dificultades cotidianas en el trabajo, que no son graves, pero que son provocadas por comportamientos incorrectos de muchos compañeros de trabajo, tanto en la oficina como en el comedor, etc., y cobro conciencia de que tengo que aprender a tolerar a gente que presenta comportamientos inadecuados, simplemente porque son muchos. Comienzo a comprender lo que se conoce como "patología de la normalidad", en la que lo normal es estar mal, en el caso al que me refiero, lo normal es no tener educación, no tener consideración por otras personas y mostrar poco o nulo respeto por el prójimo.

Indudablemente, en mi país hay una descomposición social muy grave, de la que casi nadie tiene conciencia. Nos escandalizamos de los abusos que comete la clase gobernante, que en su mayoría no son otra cosa que una bola de delincuentes, psicópatas y prostitutas y no nos damos cuenta de que son lo que engendra una sociedad carente de honestidad y de principios. En fechas más o menos recientes he llegado a sentir malestar muy intenso cuando he sido ignorado por compañeros de trabajo (me afecta más cuando viene del género femenino), que se comportan como si sus colegas fuesen muebles o botes de basura. No sé si esto es una manifestación de deshumanización o simplemente estupidez pura.

Al leer escritos en Quora, una red social muy interesante, me he topado con el trastorno límite de la personalidad, y con la descripción del infierno que es vivir con él. Alguien escribió que es como tener quemaduras graves en el 95% de la piel, por lo que el mínimo contacto o el mínimo movimiento provoca un dolor espantoso. Así ha sido buena parte de mi vida como adulto y si bien el dolor ha dejado de ser tan intenso, sigue presente.

Ahora tengo un conflicto con una compañera de trabajo fea, gorda y estúpida y que con esas características no debería de significar nada para mí. La muchacha tiene 30 años de edad y presenta un sobrepeso grave, lleva una vida sedentaria, come compulsivamente, su nivel intelectual es verdaderamente pobre y manifiesta su estupidez hablando con mucha frecuencia y riéndose con muchas ganas de sus muy numerosas idioteces. Creo que el vocabulario con el que la describo expresa la furia que siento contra ella (por su hostilidad y su grosería manifiesta), y al mismo tiempo que le doy una importancia que no merece.

La directora de mi departamento me considera responsable, eficiente y muy dedicado; en otras palabras, confiable y valioso. Mi compañera la gorda tonta parece estar en una mala situación laboral, pues bromea mucho al hablar de la posibilidad de que pronto tenga que irse de la empresa (sugiriendo que la van a correr), lo que debe dar una idea de la inteligencia que tiene. Hace poco tiempo, mientras una entidad de gobierno realizaba una auditoría que duró dos semanas, la directora le pidió una información a la gorda tonta y le habló con mucha dureza, algo que yo no le había visto hacerle a nadie. Eso confirma mis sospechas.

En todos los grupos de personas se encuentran las mismas personalidades y los mismos comportamientos, aunque las manifestaciones y las proporciones puedan ser diferentes. Como individuo que presenta un trastorno límite de la personalidad, me cuesta trabajo tolerar las situaciones de estrés y la frustración, pero he hecho avances y continuaré haciéndolos.

Ha llegado el momento de la recuperación.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Beyond 50, back to learning

I can write in this foreign language and what I write can be understood although it is not written correctly. I remember one time back in 1991 I went out for a cup of coffee with a woman who was a classmate in an English class (advanced level) and I told her that I liked translating so much that I’d want to do that for a living. Well, at last I am an English-Spanish translator.

I translate occasionally from Spanish into English (I work in a pharmaceutical company which makes generic pharmaceuticals) but I am positive that I don’t do that correctly. When I began translating pharmaceutical documents and medicine articles I came across the term ‘scientific writer’. It sounded beautiful to my ears. It occurred to me that I’d want to be just that. I am not much of a scientist. To say the truth I am not a scientist at all. I dropped out of college unable to finish a major in electronic engineering. Anyway I spent long periods of time locked in my bedroom studying by myself and I became proficient with math and other related subjects. I have a good science background but I have to apply myself to learning to write properly in English, the most important language in the world.

At the same time I have to learn to write proficiently in Spanish, my mother tongue. This can sound preposterous but truth be told, must people in Spanish spoken countries are unable to handle their tongue properly. In my country, our educational system is so ineffective as to render a large portion of our population functionally illiterate.

Well that is not my case. I can write in Spanish well enough but my mind is always in turmoil due to my ADHD and at the same time I seem to lack the will to review my writing before I post it in a blog or a social network.

I am past 50 and I intend to learn how to write properly in both languages. That is a challenge and an interesting journey. I hope to see you on the road.

I love you Karenn Kiowa.

Dormir y soñar

En poco más de un mes se cumplirán ocho años de la muerte del cerdo que tuve por padre, y hoy lo odio tanto o más que el día que se fue de este mundo.

He soñado con él muchas veces y la mayor parte del tiempo aparece un sentimiento de impotencia ante sus agresiones verbales y mi incapacidad para defenderme, más aún, ante mi incapacidad para devolver los golpes. Otras veces, he soñado que el borracho depravado se encuentra al borde de la muerte y sólo es cuestión de horas para que desaparezca de mi vida y días más tarde está de pie otra vez, retomando sus actividades cotidianas, de las cuales la más importante es sumirnos a mi madre y a mí en la desesperación por no poder escapar de un infierno eterno e incambiable. Por el contrario, mi hermana Yolanda y su esposo el vividor mantenido se sienten muy a gusto compartiendo sus vidas con el monstruo y mis reclamos por no haber permitido que se fuera no son escuchados y quedan en la nada.

Anoche soñé otra vez con el hijo de puta, sólo que esta vez hubo en mi sueño una variación importante: le propinaba golpes físicos fuertes, lograba lastimarlo. El escenario era algo parecido a la primera casa que habitamos al llegar a esta ciudad, hace 37 años. El cerdo me ataca sin lograr hacerme ningún daño y yo respondo arremetiendo contra él en una embestida en la que me valgo de un mueble, como si fuera un automóvil con el que intento atropellarlo. Lo que haya sucedido después no importa, lo que cuenta es que esta vez el maldito se ha sentido lastimado y a merced del hijo al que le ha destruido la vida.

No sé nada sobre interpretación de sueños, pero deduzco que al haber atacado y lastimado a Yolanda, el principal aliado de mi monstruoso progenitor, de alguna manera vulnera la entidad diabólica que constituyó el ser depravado que mató a su hija menor, arruinó a su único hijo varón, cultivó en su estúpida hija Yolanda un carácter incestuoso y traicionero y robó y trató de matar a la madre de sus hijos. De Mónica, mi hermana gemela no sé qué decir; es una vieja horrorosa pero no sé si eso sea una secuela de la convivencia con nuestro padre.

Justicia en nuestras vidas, después de todo.

martes, 10 de noviembre de 2015

De mentiras, falsedad y destructividad

El patrón de comportamiento de mi padre consistía en violentar a su esposa y a sus hijos y no conforme con ello invitar a personas ajenas a la familia a sumarse a esa violencia. A mi manera de ver eso es un acto de traición, pues cuando una persona forma una familia se compromete a tener con ella una relación de amor, de respeto y de protección ante los ataques que inevitablemente llegarán del exterior. Mi padre hizo lo contrario, pues estableció con su familia una relación de odio (aunque en diferentes grados), de absoluta ausencia de respeto y puso las condiciones para que otras personas agredieran a su familia.

Tanto mi hermana Mónica, de mi edad como mi hermana Yolanda, cuatro años más joven, han involucrado a sus respectivos cónyuges para agredirme, mostrando ambas una absoluta falta de conciencia sobre lo que han hecho y sobre la gravedad de sus actos.

Ambas tienen en común ser personas muy dominantes, que durante nuestra niñez y adolescencia hubieran querido tener autoridad sobre el resto de sus hermanos (yo era el único varón, con tres hermanas) y dar órdenes y tomar decisiones; estar solamente por debajo de nuestros padres. Las dos resintieron haber nacido hembras, sexo femenino, conmigo como hermano, sexo masculino. Además, consideraban que yo había heredado los mejores genes y el cociente intelectual más alto. El par de tontas no tomaron en cuenta que yo nací con estrabismo divergente y con una condición cerebral que acarrearía problemas de aprendizaje y de comportamiento. Por si esto fuera poco, mi padre reservaría todo su odio para mí por recordarle a su progenitor y me lo haría pagar por el resto de su vida.

En 1990, Verónica, mi hermana menor (que en paz descanse) tenía 18 años y terminó la preparatoria con buenas calificaciones. El alcoholismo de mi papá había provocado el quebranto económico y ello imposibilitó que Vero ingresara a la Universidad y en el año que siguió, se embarazó y se fue de la casa con su novio, con quien se casó por lo civil para después irse lejos y evitarle problemas a mi mamá, sabiendo que nuestro padre la haría responsable por su embarazo.

Verónica, el miembro más joven de mi familia trajo a mi vida a más personas dañinas, pues debido al nacimiento de su hijo en noviembre de 1991, Yolanda conoció a Enrique, hermano de Marlon, esposo de Verónica.

A principios de 1992, Yolanda contaba con 23 años cumplidos y pese a ser una muchacha de buena presencia no tenía quien le hiciera la corte y temía quedarse solterona, sin hijos y sola. Cuando conoció a Enrique, debió darse cuenta de que ese individuo (supuestamente un año más joven que ella) era un perdedor por naturaleza, pues se hallaba desempleado y su escolaridad era primaria, sin ninguna justificación para ello. Ese par se involucraron fuertemente y después de algún tiempo decidieron casarse, sin tener empleo ni ningún medio de subsistencia, sin muebles, sin un lugar donde vivir, sin nada. Mi padre hizo posible esa unión, que se llevó a cabo el sábado 14 de agosto de 1993, día en que mi terrible progenitor cumplió 56 años.

He mencionado antes que Enrique, mi supuesto cuñado porque en realidad ese matrimonio es nulo, una vez que se hubo casado con mi hermana, pretendió entrar en mi casa y en mi familia como el hijo que muchos años antes sufrió un despojo y regresa a reclamar lo que es suyo. Quiso para sí a mis padres, a mis hermanas, al inmueble que habitábamos, y quiso convertirse en el buen hijo que mis padres no tuvieron. No tengo duda de que este individuo es un desequilibrado mental, pero no puedo sentir ninguna empatía por un lacra como ese y tengo bien claro que sus problemas no son culpa mía en absoluto. Bastante locura y bastante porquería había en mi vida como para que este gigoló de quinta viniera a causarme más problemas de los que ya tenía.

 Después de 22 años, que en su mayor parte ha pasado sin trabajar, Enrique me ve como a un hombre débil, incapacitado mentalmente, inferior a él; es increíble a lo que este imbécil es capaz de llegar.

Una vez que Yolanda se hubo ido de la casa en julio de 2014 (después de vivir ahí con su familia durante un año y medio), le envié un correo electrónico diciéndole lo que pensaba de su comportamiento y el de su esposo y mencionándole que considero a ese mantenido muy inferior a mí, en buena parte por su mínima escolaridad y ella y su padrote hablaron largo y tendido sobre el niño mimado que yo era a mis 50 años, por no haber carecido nunca de nada, por haber contado toda mi vida de la sobreprotección de mis padres y el resto de mi familia. Esto proveniente de mi hermana que conoce perfectamente bien la historia de mi vida, y de su esposo, el padrote que se casó con una perfecta idiota para que lo mantuviera.

Y me pregunto, ¿qué pasaría por la cabeza de mi sobrino Marlon cuando mi hermana y su cónyuge padrote le hablaban de mí, diciendo que no trabajaba y vomitando veneno, habiendo visto a este sinvergüenza durante los últimos dos años que vivieron en Tepic, quedarse en casa navegando en internet y perdiendo el tiempo mientras su esposa se iba a trabajar cada mañana ausentándose durante la mayor parte del día?

Enrique, el esposo apócrifo de mi hermana Yolanda, que vive con una identidad apócrifa y documentos ídem, quiere engañar a sus hijos y a toda la gente que conoce a esa familia mintiendo sobre su escolaridad y sobre lo que ha hecho con su vida. Mi sobrina Paola sigue el mismo camino que su mamá, creyendo afirmaciones e historias que conscientemente sabe que son falsas, pero independientemente de lo que otras personas crean o no, ¿qué sucederá con los mayores responsables, esa pareja?

Creo sinceramente que todos los seres humanos nos mentimos a nosotros mismos, pero varía el grado en que cada quien lo hace. Cuando la falsedad es enorme, se cae en comportamientos muy destructivos que tarde o temprano ponen a quien los asume al borde del abismo.

Eso me releva de la responsabilidad de cobrársela, de hacerle daño a gente como esa.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Smartphone, internet y el desperdicio de tiempo y energía

Una vez que dejé de hablar con Karenn, debido a nuestro disgusto, decidí dejar de usar mi Smartphone, con el que además de hablar, usaba principalmente twitter y el Messenger conocido como what’s up. Si mi amistad con esta bella mujer no se reanuda, es bastante probable que deje de usar ese teléfono inteligente (limitándome a usar mi teléfono celular sencillo) porque el uso de ese dispositivo sofisticado (el Smartphone) supone un gasto que si bien no es muy cuantioso, indudablemente es un desperdicio, no sólo de dinero sino también de tiempo y de energía.

No voy a encontrar alivio a mi soledad en twitter, ni voy a aprender nada en esa red social. No me atrevo a decir que eso sucedería con todas las redes sociales porque por supuesto no las conozco a todas y además hay algunas que ofrecen información útil, como Quora.

No tengo internet en casa porque tengo un adeudo con la empresa que me lo proporciona, pero si me pongo a estudiar la estructura del idioma inglés y química analítica es probable que lo pague. Esto por la cantidad de información que puede hallarse en la red, libre de cargo.

Por otra parte, tener internet en casa me permitiría tener más actividad en mis blogs y la escritura, independientemente de que su calidad no sea la mejor, sería parte del entrenamiento, de la capacitación a la que me estaría sometiendo, como el autodidacta que soy.

Karenn, mi bella amiga me hizo notar que vivo como si el mundo entero girara alrededor mío y no lo dudo en lo más absoluto. Eso pudiera deberse a que voy por la vida sin objetivos planteados, sin una ruta trazada y eso me hace verme a mí mismo como una navecilla a la deriva, sin mucha presencia y muy al pendiente del comportamiento de otras personas y de cómo me ven.

Si por el contrario, tuviera objetivos bien planteados y estuviera persiguiéndolos activamente, de manera cotidiana, tendría más seguridad en mí mismo y eso se notaría en mi comportamiento, en mis pensamientos, en mi discurso e incluso en mi lenguaje corporal. Es posible que eso pudiera darme un mayor atractivo ante el género femenino y mucho de mi comportamiento a la vez agresivo e impulsivo, desaparecería. Mi agresión y mi impulsividad parecen provenir en buena parte de mi inseguridad.

Quisiera pensar que vas a regresar a mi vida, Karenn Kiowa.

Te quiero.
 

Atardecer del viernes, acercándome al fin de semana

Como había comentado antes, a partir del sábado 9 de octubre comencé a tomar ácido valproico cada ocho horas, como estabilizador del estado de ánimo, en lugar de valproato de magnesio cada 12 horas. Es posible que a veintitantos días, ese medicamento haya comenzado a hacer su efecto. Ha disminuido mi proclividad a los estallidos de furia y mi impulsividad en buena medida. Tuve un conflicto con Karenn, esa hermosa mujer que durante unos dos meses fue mi confidente y mi amiga. La extraño.

El fin de semana está a punto de comenzar y parece una buena oportunidad para vivirlo de una manera diferente, a dejar de desperdiciar ese tiempo libre. Mañana a las 12:00 horas veré a Laura A., mi psicóloga y después me dirigiré al centro a hacer compras y al regresar tendré tiempo que deberé utilizar para estudiar algo sobre química analítica (porque son conocimientos necesarios en mi trabajo) o a estudiar sobre la estructura del idioma inglés (paralelamente con la estructura del español), o literatura. No sé qué hacer respecto a mis creencias religiosas, las cuales casi han vuelto a desaparecer de mi existencia. No sé si después de comenzar a leer “las venas abiertas…” de Eduardo Galeano, pueda separar la violencia y la letalidad del cristianismo de la creencia en un Dios que ama a todos sus hijos por igual y reprueba y castiga a quienes lo traicionan y cometen crímenes en su nombre.

Al obtener el empleo que tengo, que se me negó prácticamente toda mi vida, pensé en tener un buen desempeño para poder conservarlo, además de ser visto como una persona productiva y valiosa. Por lo demás, nunca planee nada profesionalmente, hacia donde moverme y me parece que en cierta forma eso tenía sentido, pues desconociendo por completo el trabajo en este campo, no tendría mucho sentido trazar una ruta a seguir. En lo que se refiere a qué hacer con mi vida, me visualicé ganando dinero suficiente para vivir decorosamente y practicando mi deporte, el ciclismo de ruta (sin competir, solamente entrenando) como un medio para seguir retrasando la llegada de la enfermedad, la vejez y la muerte.

Afortunadamente mis ideas comienzan a cambiar y si bien aún no tengo una clara idea de hacia dónde ir profesionalmente, sí redescubro mi potencial y me planteo como objetivo aprender lo necesario sobre química analítica y sobre cómo escribir correctamente en inglés. Debo decir que simultáneamente debo hacer lo mismo con el español, pues si bien mi redacción es competente, mi conocimiento del idioma es muy empírico.

Por otra parte, he pretendido escribir relatos de ficción desde hace muchos años, pero de alguna manera mi creatividad está bloqueada. ¿Pudiera ser que el resentimiento constituye un obstáculo que no permite un flujo de ideas que pudieran dar forma a una narración estructurada y coherente?

Hasta ahora he tenido éxito cuando se trata de lastimar a alguien mediante la escritura. Si bien no tengo estudios sobre psicología, sí soy muy observador y al convivir con una persona puedo darme cuenta de cuáles son sus deficiencias como ser humano, dónde le duele y de qué pie cojea. Si esa persona me da motivos, si me ofende o hace algo que me lastime de alguna manera, puedo narrar mis experiencias al convivir con ella y poner mis escritos donde puedan ser leídos. Los golpes y el daño que producen son dignos de tomar en cuenta.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Días con muchos acontecimientos, posiblemente significativos

Karenn fue una persona extraordinaria a quien conocí en twitter, la red social. No sé por qué razón decidió irse de mi vida, muy probablemente porque teme a que alguien la quiera y no quería eso de mí.

Es tan triste querer abrazar a una mujer, querer dar y recibir afecto y no poder conseguirlo. Me he esforzado en la medida de lo posible y habiendo terminado mi juventud estoy solo, sin pareja, sin amigos, viviendo con mi madre, presa de mi pasado difícil y sin poder relacionarme con otras personas, pues invariablemente aparece el conflicto. En buena medida, vivo en un estado de anhedonia que se funde con una distimia y dan como resultado una combinación dolorosa. Los fines de semana paso la mayor parte del tiempo tendido en el sofá de la sala, viendo (más bien escuchando) películas en DVD y videos musicales. Cuando salgo de la casa, busco en qué gastar el dinero (que de todos modos no es mucho) y pese a que tengo material que estudiar y libros que leer, prácticamente no hago nada.

Ahora que Karenn decidió irse de mi vida, ya no tengo con quien hablar por teléfono y por esa razón he decidido dejar de utilizar mi Smartphone, pues lo usaba para eso y para pasar mucho tiempo en twitter, mi mecanismo de evasión que no me va a resolver mis problemas. Encuentro amigas o parejas potenciales (el género masculino no me interesa) pero jamás llego a nada y siempre resulta de lo más doloroso. Me ha sucedido eso con redes sociales desde hace nueve años y si bien no han sido un fracaso absoluto, no me han llevado a superar mi situación, mi dolorosa existencia de soledad.

En este momento me siento triste, pero al mismo tiempo tengo un presentimiento que por supuesto no puedo explicar. Siento mi juventud ya terminó y jamás voy a recuperar lo que perdí, pero hay otros senderos que si bien pudieran llevarme a conseguir algo diferente, no tendría por qué ser menos de lo que habría sido mío por méritos propios. Si bien la vida no tiene por qué ser  justa, tampoco tiene por qué ser injusta. Mi padre trató de arrastrarme en la caída, en su grandiosa autodestrucción y casi lo consiguió, pero sobreviví; mi “amigo” David me pegó por la espalda y me mandó a un infierno peor que el que ya conocía; mis hermanas Mónica y Yolanda, con sus respectivos cónyuges me han atacado mostrando su pobreza personal y muchas personas me han violentando simple y sencillamente porque se han dado cuenta de que soy vulnerable y pensaron que podían hacerme daño y no tenían nada que temer de mí. Creo firmemente que todo esto es cierto, pero también siento que el barco podría estar dando un giro de 180 grados porque me lo he ganado. Por alguna razón, al inicio de mi edad adulta decidí verme, observarme, evaluarme como lo que era y lo que percibí no me gustó, pareció poco y me avergoncé de ello, decidí esforzarme para superar mis deficiencias. Desde el momento en que tuve la oportunidad de volver a trabajar y lo hice con la energía que me caracteriza, comenzó a manifestarse ese buen presagio que continuó con haber conseguido este empleo, oportunidad que he aprovechado y donde continuaré desarrollándome pues todavía no soy viejo, y todavía respiro.

Si algún día quieres regresar a mi vida serás bienvenida, Karenn Kiowa. Te quiero.

Fin de semana difícil, dolor en nuestras vidas

El jueves comí algo que me hizo daño y por ello y por otras causas, el viernes fue un día difícil. Al terminar el día, ya en mi casa, hablé por teléfono con mi amiga Karenn como hice cotidianamente durante varias semanas, y no sé por qué ella me dijo algo terrible, fue muy injusta conmigo diciéndome que el único interés que yo tenía hacia su persona era tener sexo con ella. Me queda claro que esa mujer tiene que irse de mi vida, pero me sigue doliendo esa pérdida y al mismo tiempo me siento muy decepcionado. Si yo solamente la buscaba para eso, ¿por qué pasó tantísimas horas hablando conmigo?

Karenn no soporta que alguien la quiera, o por lo menos, no aceptó la idea de que yo pudiera quererla, cosa que supone un problema, pero eso no le da derecho a faltar a la verdad. Que me levante un falso y me lo sostenga en mi cara constituye una bajeza y me doy cuenta de que quería deshacerse de mí y si fuera una persona honesta me lo hubiera dicho, pero en lugar de eso decidió provocar mi furia haciendo algo incorrecto para después culparme por haberla violentado.

Como lo había hecho otras veces, me echó un rollo interminable sobre un pendejo al que conoció en twitter, la red social en la que me conoció a mí, y me relató sus encuentros con ese tipo, cómo acudió a tomar café y le explicó que no podía involucrarse con él en una situación sexual en ese momento y cómo el interés patológico de él por ella creció exponencialmente y en fin, una sarta de idioteces que no tienen nada que ver conmigo. En el pasado, yo le había pedido varias veces que dejara de hacer eso, pero ella no lo quiso entender y con su acusación absurda, injusta y mal intencionada, me propinó un golpe que se sumó a las dificultades que ya tenía y a otras que enfrentaría en un fin de semana especialmente difícil.

El sábado por la mañana, tuve apagado mi Smartphone hasta después de las 10 y cuando lo encendí, aparecieron varios mensajes que pensé provenían de Karenn; yo me encontraba en el baño cuando oí sonar la aparición de esos mensajes y después sonó mi teléfono; por supuesto, no pude tomar la llamada. Al salir del baño, vi en mi celular que los mensajes y la llamada perdida provenían del Smartphone de Laura A., mi psicóloga que me informaba que no iba a poder atenderme por algo que en un principio pareció una apendicitis y luego se descartó y se diagnosticó un virus intestinal.

En el transcurso de la mañana me sentí extremadamente cansado y con las secuelas de la enfermedad estomacal, o lo que sea que me haya afectado. Salí tarde de la casa (cerca de las 13:00 horas) y me dirigí al centro a hacer compras y conforme me dirigía a esa área de la ciudad, pensé en mi perrita maltés, de nombre Candy, que estaba agonizando y sufriendo mucho. Yo la había bañado con agua tibia y al dejarla tendida en el sol, en la cochera, ella lloraba dolorosamente. Le hablé a mi mamá por teléfono y le pedí que le diera suero con una jeringa, directamente en el hociquito, para tratar de hidratarla y así lo hizo mi madre, acción que disminuyó el sufrimiento de mi amada perrita, pero sólo en cierta medida. Encontré una veterinaria donde me dieron el teléfono para llamar por la tarde y darle al veterinario mi domicilio, para que acudiera a aplicarle la eutanasia, pero el maldito imbécil no trabajó en la tarde y en consecuencia, mi perrita siguió sufriendo. En algún momento, entre el sábado 31 de octubre y el domingo 1 de noviembre, Candy, mi perrita maltés murió y si bien sentí alivio porque había dejado de sufrir, también sentí una profunda tristeza porque no fue mucho lo que pude hacer por ella.

Ese animalito extraordinario me quiso mucho, me dio todo lo que tenía sin pedirme a cambio casi nada.

El domingo salí a hacer unas compras a un tianguis, pero cambié de opinión y me dirigí a Gandhi donde compré dos libros de Alice Munroe (Nóbel de literatura) para mi madre. De regreso, pasé por un centro comercial donde hay wifi y tuve un diálogo vía what’s up con Karenn. Sintiéndome extremadamente cansado, me fui a casa donde se hallaba el cadáver de mi queridísima Candy en la sala y pasé el resto del día y de la noche echado, entre dormido y despierto, mejorando poco a poco en mi estado físico, no así en mi estado anímico.

En la noche, decidí llamarle a Karenn y ella me reiteró que mi interés en ella era puramente sexual y di por terminada la llamada, dándome cuenta de que hay situaciones que no tienen remedio. Después la ofendí vía mensaje y la amenacé con hacerle daño escribiendo sobre ella en internet, cosa que nunca tuve intenciones de hacer.

El día lunes 2 de noviembre, día de los muertos, comenzó un poco tarde. Salí de la cama a las 7:00 horas haciendo un esfuerzo y después de tomar café, cavé un hoyo poco profundo en el patio trasero en el que deposité el cuerpo de Candy, mi adorada perrita maltés.

En octubre de 1998, un año terrible para mí, murió mi perrita Michelle, otra maltés que también se fue trágicamente. El primer maltés que tuve fue el Robin, en Cd. Obregón cuando yo contaba con unos tres años de edad, al que mi padre se llevó y abandonó en alguna parte porque odiaba a los perros, tomando como pretexto que lo había desobedecido.

Algo positivo es que ese hijo de puta que tuve por padre también se haya ido. Cabe la pena recordar que sus cenizas se fueron por el excusado.

La vida continúa.

Lastimé a mi hermana, y a su esposo

Han pasado tres semanas desde que comenzó el asunto que culminó en haber lastimado a mi hermana Yolanda y a su esposo Enrique. Como siempre, mis sentimientos a ese respecto son ambivalentes: por un lado, pienso que no debería sentirme mal porque ellos me lastimaron a mí sin que yo les diera motivo, simplemente porque podían y no había ninguna justificación para que lo hicieran; por otro lado, siento que independientemente de lo que haya hecho, Yolanda sigue siendo mi hermana y su esposo es un individuo con enormes carencias, que se acerca al medio siglo de vida y no ha estudiado, no ha construido nada, ha desperdiciado su vida, vive con complejo de gusano, sin autoestima y sin el respeto de nadie que lo conozca y lo peor está por venir, pues no va a poder evitar que sus hijos lo vean con una mezcla de lástima y desprecio por ser un fraude como persona, un mentiroso y un farsante.

Con esa relación de codependencia, mi hermana está arruinando su vida y la de su familia, la de sus hijos. Yolanda muestra la misma orientación ante la vida que mostró mi destructivo padre, aferrarse a la mentira, a la falsedad, al autoengaño. Hace como dos años, me dijo que ella había solicitado en Walmart un empleo de gerente para fin de semana, que su esposo no podía aplicar porque ese puesto no se lo dan a alguien que tenga preparatoria. Así, mi hermana se une a la farsa, en lugar de estimular a su esposo para que estudie, o incluso exigírselo.

Si Enrique enfrentara la verdad sobre lo que es y lo que no es, y decidiera que necesita elevar su nivel de escolaridad para desarrollar autoestima y mejorar su calidad de vida, incluso para ganar el respeto y el amor de sus hijos, podría hacer un esfuerzo cotidiano que duraría años y encontraría en el proceso un enorme crecimiento personal. No sé cuáles fueron las causas que motivaron a Enrique a abandonar la escuela en una etapa tan temprana (al terminar la primaria), parece muy obvio que fue una manera de rebelarse en contra de algo, de sus padres, de una existencia difícil, de una situación que consideraba injusta, no sé; pero sea lo que sea, nadie está condenado a vivir en una prisión por los errores que cometió en el pasado, los seres humanos podemos cambiar nuestro destino.

Al pretender hacer que la realidad sea como ellos quieren que sea, Enrique, Yolanda y su hija Paola, ponen las condiciones para un fracaso del que no es posible escapar de ninguna manera, tal como hizo mi padre, un individuo destructivo que al aferrarse a la mentira acabó con su vida destruyendo al mismo tiempo el menor vestigio del respeto que todo ser humano se debe a sí mismo.

No entiendo por qué tantas personas se niegan a entender conceptos tan elementales.
 

miércoles, 28 de octubre de 2015

Violentar a otros, devolver los golpes

Muchas personas subestiman el poder que tienen las palabras, y en la actualidad las nuevas tecnologías —como el internet— nos permiten publicar escritos que pueden llegar a muchos lectores potenciales, algo que en el pasado no habría sido posible.

En mi vida, repleta de violencia, no ha faltado gente que quiera hacerme daño simplemente porque me perciben vulnerable. Mi padre arruinó mi vida con su brutalidad, su carácter sádico y su odio que no conocía límites. Mi madre me violentó de manera directa, pero el mayor daño lo hizo permitiendo que mi padre me atacara sin siquiera darse cuenta de lo que estaba pasando, cerrando los ojos y en muchas ocasiones participando activamente en las malas acciones del monstruo. Una vez que pasé de los 30 años de edad, David, un individuo de naturaleza traicionera me asestó un golpe por la espalda y me mandó de regreso al infierno. Acercándome a los 40 años de edad, Mónica, mi hermana gemela me pegó a traición con Jeffery, su esposo gringo y mi hermana Yolanda, que desde que nació fue un problema serio para mí, me ha atacado en los últimos años, mostrando su verdadera naturaleza.

Todas esas personas parecieron ignorar que nadie es invulnerable, y que quien pega se expone a que le peguen. La verdad es que a mi padre nunca le hice mucho daño, pero ni falta hacía; era tan pendejo y tan destructivo que se encargó de victimarse a sí mismo. Tampoco he tenido mucha capacidad para lastimar a Mónica, pero ella es muy vulnerable, muy débil, pues teniendo muy buenas condiciones de vida, sufre mucho. Mi madre es una mujer anciana a quien no debería maltratar, pero no puedo evitar enojarme mucho en ella, con demasiada frecuencia. Habiendo conocido a David 14 años antes de que me pegara por la espalda, tuve suficiente información para escribir sobre sus motivaciones para aspirar a una gerencia en la industria en la que se desenvuelve laboralmente, sobre su elección de pareja, etc. Puse el escrito en la red y muchas personas pudieron leerlo, convirtiéndolo así en una humillación pública.

Ahora ha llegado el turno de mi hermana Yolanda y su esposo Enrique. Mi hermana está sufriendo mucho y sinceramente lo lamento, pero eso no significa que me arrepienta de lo que hice. Ella y su esposo, el gusano insignificante con el que se casó, han percibido mi vulnerabilidad y me han atacado pegándome donde más me duele, exhibiéndome ante extraños como un individuo improductivo, desobligado, sinvergüenza y mantenido y esa es una forma de violencia verdaderamente brutal; eso no lo perdono.

Algo bueno podría salir de violentar así a mi hermana,  propiciar que abriera los ojos y se diera cuenta que al persistir en su relación con Enrique, está arruinando su vida. Yolanda tiene 47 años y aparenta por lo menos 50, tiene un deterioro físico que no corresponde con su edad. Por estar haciéndose cargo de un vividor, no le ha dado la atención que necesita a  su hija mayor y esa muchacha parece andar en malos pasos. Mi sobrina Irys, que en septiembre cumplió nueve años, enfrenta un futuro difícil e incierto, expuesta a la influencia negativa de un padre cínico y sinvergüenza y al mal ejemplo de una madre que le tiene tanto miedo a no tener pareja, que prefiere mantener a un pendejo bueno para nada.

Mi hermana Yolanda, su esposo Enrique y su hija mayor, Paola, han construido una realidad sin cimientos, basada en mentiras y falsedades y eso es algo muy peligroso; una pequeña sacudida y todo se viene abajo.

Cuando se vive así, la verdad es una gran amenaza y provoca caídas muy dolorosas

martes, 27 de octubre de 2015

Carta a Enrique, esposo de mi hermana Yolanda

Enrique:
                   Como tú sabes, el pasado sábado 9 de octubre tuve una crisis que me obligó a buscar atención psiquiátrica en el Hospital Civil, en el área de urgencias. El origen fue la violencia en la que he vivido, y que habiendo pasado de los 50 años de edad, las cosas no han cambiado y con eso me refiero a lo que hicieron Yolanda y tú durante el tiempo que vivieron en la casa de mi mamá, entre diciembre de 2012 y julio de 2014.

Yolanda hizo una bajeza que puede no significar nada para ti, pero a mí me lastimó mucho porque fue exactamente lo que hizo mi papá durante décadas: hablar falsedad y media sobre mí a mis espaldas. Yolanda y tú hicieron eso porque a principios de abril de 2014, mi mamá y yo impedimos que metieran al novio de Paola a la casa por tercera vez. Yolanda quiso apoderarse de la casa, no conforme con haberla invadido, metiendo un montón de gente. Meter al novio de Paola a la casa, equivalía a permitirles apoderarse del piso de abajo y relegarme a mí a mi recámara, convirtiéndome en un arrimado en mi propia casa.

Es verdaderamente increíble a lo que eres capaz de llegar. Mi vida ha sido excepcionalmente difícil desde mi más temprana infancia y las circunstancias han ido haciéndola más difícil, conforme han pasado los años. Yolanda tiene problemas psicológicos muy graves para haberse ido a casar con un individuo con tus características, que no cuentas más que con la educación elemental, entiéndase primaria y eres tan deshonesto y tan sinvergüenza como para tener un currículum donde te dices licenciado en administración de empresas del tecnológico de ciudad Guzmán y donde pones como experiencia laboral los empleos y los puestos que ha tenido Yolanda.

Desde que tú te casaste con mi hermana, se manifestó tu locura al desarrollar una rivalidad fraterna conmigo, pues tú y yo no somos hermanos, y antes de 1992 yo ni siquiera sabía que existías. Tú quisiste convertirte en el buen hijo que mis padres no tuvieron y comenzaste a atacarme siempre a mis espaldas, un acto de infamia y de una idiotez inconcebible. Ni siquiera mi padre que era tan animal y tan pendejo pudo siquiera pensar en la posibilidad de verte como a un hijo, te rechazó desde que te conoció y siempre sintió por ti un intenso desprecio. A mí me odiaba, pero nunca pudo negar que yo tenía puntos a mi favor; de ti jamás habría podido decir nada bueno. De mi mamá mejor ni hablar, ella sabe perfectamente bien la clase de persona que eres.

Durante esas tres semanas del mes de abril de 2014, Yolanda le dijo a la entonces novia de Marlito que yo no trabajaba y que era un problema para ella, lo mismo al novio de Paola y a su amiguito deforme y a quien sabe cuántas personas más. Eso es como desnudar a alguien en la vía pública, una bajeza del tamaño del mundo y una manera terrible de violentar a una persona, algo que no se puede justificar de ninguna manera. Ella no disimulaba lo que estaba haciendo, pero tú como un perfecto hipócrita me hablabas como si no estuviera pasando nada.

Yolanda me ha usado como un chivo expiatorio, pues ese es el papel que yo he jugado siempre en mi familia. Si bien no puedo negar que yo he sido una carga para ella, la verdad es que no soy su verdadero problema, su verdadero problema eres tú. Si hubieras trabajado como era tu obligación, jamás habrían tenido que ir a meterse a una casa que no es suya y no hubiéramos estado en esa situación. Entiéndase claramente: estabas de arrimado en una casa donde no tenías nada que hacer, haciendo daño e intrigando, sin el menor pudor como corresponde a una persona que no tiene ni tantita vergüenza.

Algo que me ha estado molestando es que quieras tratarme con una actitud de condescendencia, como si fueras más que yo, con tus aires de superioridad. Escucha bien esto: tú no eres superior a nadie, todo lo contrario, estás por debajo del promedio; las únicas personas que pudieran estar por debajo de ti son aquellas que por la pobreza y la injusticia social no les ha sido posible educarse. ¿Cómo puedes explicar que en 22 años que han pasado desde que te casaste no hayas hecho ningún esfuerzo por elevar tu escolaridad? En ese tiempo podrías por lo menos haber estudiado la secundaria y la preparatoria, pero eres el tipo de persona que quiere que todo le caiga del cielo, por su linda cara.

Si quieres compararte conmigo, no pierdas de vista que mi cociente intelectual es mucho más alto que el tuyo y desde ahí, tu desventaja no puede reducirse de ninguna manera. Por si esto fuera poco, estudié varios años de ingeniería en una buena universidad y mi formación académica es muy sólida. Soy traductor inglés-español, hago un trabajo muy especializado a diferencia de ti que eres un mil usos, y tengo una cultura general muy fuera de lo común. Todo eso lo he conseguido a base de esfuerzo y viviendo con un padre que se opuso a todo lo que yo hice y en una violencia intrafamiliar en la que mi hermana Yolanda, jugó un papel importante, aprovechando el poder que le daba mi papá como hija favorita, por ser el vivo retrato de su difunta madre. Fijación incestuosa de ese individuo enfermo y depravado.

Jamás he perdido de vista que así como tú te sumaste a la violencia en mi contra, lo hiciste también con Verónica, que en paz descanse.

Desde que te casaste con mi hermana, has querido reclamar un lugar en la familia y eso es una muestra de tu locura. Tú no te apellidas ni Madrid ni Bonilla, tú no eres hijo de mis padres y no eres mi hermano ni tienes ningún parentesco conmigo.

El colmo es que habiendo cometido tanta bajeza, te atrevas a mirarme a la cara; a cualquier otra persona se le caería la cara de vergüenza.

En lo que respecta a mi hermana Yolanda puedo decir que en años pasados la idealicé, pero cuando vivió en la casa, lo que hizo me quitó la venda de los ojos. La sigo queriendo, pero no voy a volver a perder de vista su lado malo. Ahora que tengo empleo, estoy dispuesto a ayudarle cuando lo necesite; mientras pueda, jamás le voy a negar mi ayuda porque ella me ayudó en el pasado y es mi hermana, pero a ti te voy a pedir que cambies tu actitud, pues si sigo en contacto contigo será porque para bien o para mal eres el marido de mi hermana y el padre de mis sobrinos.

Y una última cosa, no me subestimes, no pienses que soy inofensivo. Has pasado muchos años haciendo daño, pero en el momento que lo decida, puedo encargarme de ti y arreglar el problema de una vez y para siempre.

No seas más tonto de lo que te hizo Dios.

Cónyuges de mis hermanas, personas que se suman a la violencia

Pasan los años y mi juventud se acaba, y cuando abro los ojos de pronto me doy cuenta de que mi juventud ya se fue. Ahora soy un hombre de más de 50 años y mi realidad sigue siendo difícil, pues si bien estoy mejor que antes, sufro las secuelas de una vida de violencia.

En entradas anteriores he mencionado a mi hermana Mónica y su esposo gringo, Jeffery Jung. De ese pedazo de basura no quiero decir nada más, pues no creo que eso aportaría nada nuevo. Quisiera referirme ahora al esposo de mi hermana Yolanda, hermano del que fue esposo de mi hermana menor, Verónica.

Enrique tuvo una infancia difícil, pero eso no es mi responsabilidad ni mi culpa en absoluto. Si bien sus circunstancias fueron adversas, al mismo tiempo, su padre trató de pagarle una buena educación. Enrique estudió la primaria en el American School, escuela de cuotas elevadas, y cuando egresó, su papá lo inscribió en una buena escuela secundaria, también privada. Semanas más tarde, el señor fue a la escuela a ver cómo iba su hijo y se encontró con que ni siquiera lo conocían. A Enrique no se le pudo obligar a estudiar y su escolaridad no estaría tan mal en 1915, hace cien años, pero en el siglo XXI, contar con primaria equivale prácticamente a nada.

Este holgazán siempre le ha apostado mucho a su apariencia física. Debe de tener un trastorno psicológico muy serio pues se toma cientos de selfies en el transcurso de unas cuantas semanas y las almacena en su computadora y las sube a sus cuentas de Facebook y Twitter. Su tirada era casarse con una muchacha de una familia pudiente, de preferencia millonaria para así convertirse en un padrote bien pagado, sobra decir que no lo consiguió. Sin embargo, manipulando a mi hermana, presentándose como el pobre niño al que la vida lo ha tratado mal y ha sido muy injusta con él, ha conseguido que ella lo mantenga la mayor parte de los 22 años que han estado casados.

Todo esto no sería de mi incumbencia de no ser porque desde que se casó con mi hermana, ha estado atacándome. El idiota ha vivido una rivalidad fraterna conmigo, como si fuéramos hijos del mismo padre y de la misma madre y al terminar la primaria, nuestros padres lo hubieran sacado de la escuela para ponerlo a trabajar y pagar mis estudios, mis útiles, mi calzado, mi vestido, mi automóvil, mis parrandas y mis putas. Como si no hubiera bastante locura en mi vida, llega más porquería.

Mi padre le compró esta basura a su hija favorita.

La siguiente entrada es una misiva para este pedazo de pendejo.
 

lunes, 12 de octubre de 2015

Efectos de la crisis

El viernes me sentí muy mal durante las horas del día y al llegar la noche, ese sentimiento comenzó a intensificarse. Rompí con dos contactos de twitter, tanto en esa red social como en what’s up, y después le envié tweets agresivos a una mujer que resultó ser hija de un mal individuo que fue mi psiquiatra en el pasado, una persona dañina, mal intencionada e inútil.

Al día siguiente, decidí ir a Urgencias a la institución pública donde me dan atención psiquiátrica, a donde no había acudido porque mi horario de trabajo no me lo permitía. Fue un gran acierto. La joven psiquiatra que me atendió tuvo algunos desaciertos, pero mostró un comportamiento profesional y eficiente. Cuando le dije muy rápidamente de dónde provenía la crisis y lo dolorosa que era, tuvo una buena capacidad para escuchar y habiéndose enterado de cuáles eran los medicamentos que he estado tomando, decidió hacer algunos cambios. Ahora voy a tomar ácido valproico cada ocho horas en lugar de valproato de magnesio cada 12, y la dosis de risperidona aumenta al doble.

Algo que hice el sábado antes de salir de mi casa para dirigirme al hospital, fue quitarle la aplicación de twitter a mi Smartphone, pues esa red social se ha estado convirtiendo en una adicción, no puedo salir de ella durante mucho tiempo y el tratar de establecer contacto con otras personas sin conseguirlo me provoca angustia, ansiedad, dolor por ser rechazado y una furia que no puedo manejar. Todo esto tiene su origen en mi soledad, que comienza a dolerme otra vez y pese a que ya no soy joven, mis habilidades sociales son mínimas y eso me mantiene apartado del mundo, en un aislamiento doloroso.

También contribuyó al malestar insoportable un torrente de recuerdos del modo como he sido violentado a lo largo de toda mi vida, en particular dos acontecimientos relativamente recientes: que a finales del 2011, la psicóloga Lupita me llamó mantenido (ya he hablado sobre la agresividad de esta señora en entradas anteriores), y lo que hizo mi hermana el año pasado, junto con su esposo, en el que le dijo a desconocidos que yo era un problema, una carga para ella por no trabajar y no ser productivo. Esta agresión artera se dio porque mi mamá y yo impedimos que mi hermana y su esposo tomaran posesión de la casa, donde ellos no tenían por qué vivir (sobre todo el esposo de mi hermana, que no puede entender que él no tiene derecho a nada y no tenía conciencia de su posición de arrimado ni de esposo mantenido, o de que él no es hijo de mis padres y su actitud de rivalidad fraterna hacia mí es una muestra de su locura) y cuando le envié a mi hermana un correo diciéndole que me molestaba mucho que su esposo, que cuenta con poquísima escolaridad (solamente la enseñanza básica) quisiera mostrar hacia mí una actitud de condescendencia siendo tan inferior, habló con mi mamá diciéndole que dejara que yo hiciera mis cosas, que estaba echado a perder porque nunca he carecido de nada. Las mismas barbaridades e infamias que decía mi papá.

¿Y el infierno de tantos años de abandono, en que viví muy enfermo, privado de la atención médica, desempleado, en una pobreza en la que llegué a carecer incluso del alimento y casi completamente solo? ¿Cómo esperar que otras personas no me agredan de una manera terrible si incluso mi familia me hace eso?

Y a esas agresiones se suman profesionales de la salud mental como la psicóloga Lupita y el psiquiatra Flavio, que en el año 2013 tuvieron un intercambio de información acerca de mi persona en la que este señor, haciendo gala de su talento para la intriga, para la mentira y la cobardía, habló falsedad y media sobre mí.

Pero el día de hoy me siento razonablemente bien y sé que esta vez tengo una oportunidad. Voy a aprovecharla, lo prometo.

Mi precaria salud mental, aparición de una crisis

El jueves pasado, envié a una compañera de trabajo un mensaje vía what’s up haciéndole una broma, que no implicaba una falta de respeto ni nada parecido y al día siguiente, ella me ignoró olímpicamente, evitando darme si quiera los buenos días, evitando incluso hacer contacto visual.

Durante el transcurso del día me topé con otros compañeros de trabajo de mi oficina y de otras áreas del mismo edificio y recibí el mismo trato. Viéndolo en retrospectiva, creo que ese trato de indiferencia se debe a un deterioro del individuo o diciéndolo de una manera más cruda: a una descomposición social y no a que yo haya dado lugar a eso, es decir, no porque yo haya dado motivos.

Estoy consciente de que soy muy sensible, demasiado de hecho, pero al mismo tiempo, sé que ignorar a alguien es una manera de agredirlo de forma pasiva y para que una persona le haga eso a otra, debe haber una justificación, pues este trato provoca una fuerte tensión mental en quien lo padece.

El caso es que esta compañera me dio hace tiempo su número de teléfono celular, lo que implica darme acceso a su Messenger what’s up, sin que yo se lo pidiera. Y resulta incomprensible que una persona comience una interacción con otra si no quiere eso. Pues bien, no tengo ninguna intención de volver a dirigirle la palabra a esa mujer, que dicho sea de paso es muy fea, ni a ninguna de las personas que me han dado ese trato de indiferencia. Bastante mal han de estar sus vidas y su realidad para que hagan algo así.

Por otra parte, parece un reto comportarme de la manera correcta, es decir, evitar mostrar hostilidad hacia ellas y en su lugar comportarme de manera correcta, pero distante.

No debo perder de vista que hay compañeros de trabajo que me tratan bien y a eso es a lo que debo prestar atención, y no al lado podrido de la condición humana.

jueves, 8 de octubre de 2015

Mentir, faltar a la verdad, deformar la realidad

Y después de mi padre, la persona que más daño me ha hecho es mi amigo David, el alfeñique que conocí en agosto de 1983 cuando ingresé al primer semestre de ingeniería en la universidad. Pues este Iscariote fue contratado 14 años más tarde como gerente de ingeniería en una maquiladora electrónica de las más jodidas, en el “silicon valley” tapatío.

En una ocasión, la muchacha que trabajaba ahí como recepcionista, me preguntó medio en broma: “¿no piensas?, ¿no piensas?”, a lo que yo respondí “no porqué me canso mucho, no estoy acostumbrado”. El cobarde ególatra volteó a verme y movió la cabeza, reprobando mi respuesta. Semanas después, este maricón le dio rienda suelta a su furia motivada por la envidia que provocaba que mis capacidades intelectuales no fueran inferiores a las suyas. Cuando le pregunté por qué me trataba así, me respondió que él no me estaba tratando mal, que yo percibía eso por mis complejos de inferioridad. Cuando le pregunté dónde veía mis complejos de inferioridad, él me respondió: en tus comentarios.

Admito que mi autoestima nunca ha sido la mejor, pero jamás he estado tan mal como este pendejo traidor. Al bromear afirmando que no estoy acostumbrado a pensar, estaba mostrando un lado amable de mi persona, evitando hacer alarde de inteligencia, precisamente porque estoy consciente de que sí la tengo. Este baboso creía que mentirse a sí mismo equivalía a tener autoestima, brutal aberración que lo describe de pies a cabeza.

Bueno, este pobre idiota se mentía a sí mismo sobre su persona. Hacía gala de una tremenda incompetencia y hablaba en inglés en presencia de sus subalternos con un compañero de trabajo de nombre John Rodriguez, boliviano naturalizado estadounidense, provocando pena ajena. Además había expresado sus inquietudes, como componer canciones para niños porque no habían muchas disponibles, adentrarse en el estudio de los campos electromagnéticos y sus posibles aplicaciones en la medicina y más disparates por el estilo. Ahora, Míster Pendejo era compositor y científico, además de ingeniero.

Vi por última vez a este Iscariote al comenzar el mes de febrero en 1998, el día que me fui de esa maquiladora y no sé bien qué ha sido de su vida. Su hijo mayor, Iván era un bebé de unos seis o siete meses de edad y muchos años más tarde me enteré de que había tenido otro hijo varón y una niña, con su esposa Carmen, mujer con apariencia de sirvienta.

Ahora que este baboso vive y trabaja en el país del norte, en la economía más grande del mundo, la potencia tecnológica más grande del planeta, sus complejos de inferioridad —evidenciados por sus delirios de grandeza y su elección de pareja— podrían estar pasándole factura. Si en su país, con tanta gente con una apariencia tan jodida y con un nivel cultural paupérrimo, este pendejo era incapaz de quererse y respetarse a sí mismo, ¿qué sentirá al trabajar y convivir con personas de raza blanca, a quienes envidiaba disfrazando ese sentimiento como desprecio?

Le deseo de todo corazón que su vida termine como la de mi papi.

Deformar la realidad, mentir sin pudor, destructividad

Honestamente no sé si mi padre era pendejo de nacimiento o por vocación, pero lo hacía bastante bien, como un virtuoso, de hecho.

En una ocasión, cuando yo me hallaba en mi tardía adolescencia, estando de visita Rosa María y su esposo Juan José, maestros de educación física, ella mencionó los alimentos que yo debía consumir y aquellos que debía evitar. Han pasado más de treinta años y por ello no me es posible recordar qué tan acertada estuvo, pero sí recuerdo la respuesta de mi papá: el organismo está hecho para comer piedras. Después de decir semejante disparate (que por supuesto no debía tomarse en el sentido literal), procedió a decir que si alguien acostumbraba a su sistema digestivo a alimentos muy sanos, lo haría débil, incapaz de enfrentar futura adversidad que obligara a su dueño a consumir alimentos desacostumbrados, de inferior calidad. Así, este viejo pendejo expresaba la idea de que desgastar un organismo es fortalecerlo, darle el uso y la manutención adecuada, equivale a debilitarlo. Rosa María y Juan José se quedaron callados, decidiendo así no argumentar con semejante imbécil.

Cuando mi padre jugaba dominó, uno de sus amigos era un médico pediatra, de esos que se hacen llamar doctor, de nombre Felipe Ortega Suárez, bastante incompetente y estúpido. Mi papá fue a consulta, sabiendo muy bien que no estaba para que lo atendiera un pediatra, en parte porque su alcoholismo había provocado el quebranto económico y no podía pagar un especialista para un viejo jodido de cincuenta y tantos años, y según él, el viejillo pendejo (el “doctor” Ortega) le dijo: Rafael, tienes todo muy bien, tu hígado, tus riñones, tu páncreas, tus intestinos, tu esto, tu lo otro, etc., etc., etc. De que el mediquito este era pendejo, no hay duda, pero por idiota que haya sido, este viejo enano no pudo haberle dicho semejante disparate. Mi papá tenía ya muchos años bebiendo una barbaridad y tenía la piel de la cara enrojecida, el hocico hinchado y el cerebro podrido.

En una ocasión, por esa misma época, lo escuché hablando con mi mamá, diciéndole que los médicos eran bien pendejos (en esto no andaba muy equivocado), que no se daban cuenta que al estar bebiendo bebidas alcohólicas (evitando usar el término “abusando de la bebida, emborrachándose”) provocaba una producción constante de orina, y eso lavaba sus “riñoncitos”. Así, este monstruo embrutecido y pendejo, decidió que faltar a la verdad, equivalía a alterar la realidad, a hacer que fuera como él quisiera. Pues bien, padre imbécil, te tengo noticias: al emborracharte cada día durante décadas, destruiste tus órganos internos, tus riñones y en particular tu hígado y eso te mató. Es una lástima que no te haya sucedido antes, pedazo de cerdo, pero te habrás dado cuenta de que convencerte a ti mismo de que lo malo es bueno, de que hacer pendejadas es inteligente y que el odio es amor, te llevó al desastre y acabaste cometiendo un suicidio lento.

Así, el pendejazo horrendo que tuve de padre se destruyó a sí mismo.

Mi pensamiento obsesivo y mi percepción de una existencia injusta

En abril del año en curso, sucedió algo que no parecía posible: fui contratado para un empleo en el que mi actividad es intelectual, a diferencia de los empleos que tuve en el pasado, como operador —eufemismo de la palabra obrero—, trabajo denigrante cuando se cuenta con una preparación académica sólida y un buen cociente intelectual.

En este momento mi situación es buena, y la directora de mi departamento me considera eficiente y responsable, disciplinado y confiable, cosa que yo agradezco mucho. Me resulta satisfactorio el proceso de mi trabajo, el leer cada línea, cada párrafo en inglés, para escribirlo en español, pues esto involucra un conocimiento especializado que incluye una comprensión de las matemáticas necesarias para entender lo que estoy haciendo, evitando así cometer errores inaceptables e incluso detectar los que vienen en documentos de origen. Al terminar el día siento la satisfacción de haber sido productivo, útil, orgulloso por lo que hago. Al mismo tiempo me llama la atención que sigo sintiendo un malestar generalizado por lo difícil que ha sido mi vida, específicamente por la violencia de la que he sido objeto, proveniente principalmente de personas cercanas a mí, como los miembros de mi familia nuclear (en primer lugar mi papá), y amigos, conocidos, parientes, vecinos y personas que se supone están para ayudar, como los profesionales de la salud mental.

Sé que debo de deshacerme de los recuerdos dolorosos, si no borrarlos, sí guardarlos en algún compartimento profundo donde sirvan como conocimiento acumulado, como experiencia, de donde no puedan salir sin que yo les llame, para poder vivir el aquí y el ahora. Tengo 51 años y mis pérdidas han sido gigantescas. Como si esto no fuera suficiente, gente como Jeffery, el esposo de Mónica, mi hermana gemela, ha mantenido una actitud de desprecio hacia mi persona durante 13 años, un acto de violencia cobarde e infame, absolutamente injustificable. Enrique, esposo de mi hermana Yolanda, un individuo con escolaridad primaria, con un cociente intelectual bajo, inculto, ignorante y holgazán, mantenido, padrote frustrado, ha querido colocarse por encima de mí y me ha atacado durante los 22 años que ha estado casado con mi hermana. Si bien es cierto que mi padre estudió ingeniería y no tenía ningún conocimiento sobre salud mental, eso no justifica el trato cruel e injusto al que me sometió desde el día que nací hasta que se fue de este mundo, porque un ser humano debe de tener sentimientos que al conectarse con la mente le indiquen que el desempeño inadecuado de otro ser humano tiene su origen en una incapacidad para funcionar que por supuesto es involuntaria. Mi padre era un hombre violento, embrutecido, inhumano, incompetente, destructivo y despiadado sin la menor comprensión de nada, que no conforme con haber hecho todo mal, trató de arrastrarme con él a la tumba, a una muerte prematura.

Hablar de perdón, con la ligereza que caracteriza a las personas que no tienen una mínima comprensión del ser humano, resulta idiota, si no obsceno.

Paso mucho tiempo pensando en los acontecimientos frustrantes que me ocurren cotidianamente, gastando energía psíquica con estas cavilaciones inútiles e improductivas, imaginando además situaciones posibles, pero altamente improbables. También tengo una memoria que parece prodigiosa, que me permite recordar sucesos que ocurrieron hace cuarenta años o más y sentir una furia y un malestar intenso contra personas a las que no he visto en muchos años y que muy probablemente no voy a volver a ver en lo que me quede de vida.

Pienso en gente como David, el individuo perverso, traidor, pérfido y cobarde que me asestó una puñalada por la espalda y lo busco en internet continuamente, con la esperanza de enterarme de que le ha ocurrido una tragedia y su vida está arruinada, que su existencia será miserable a partir de ahora sin la menor esperanza de que algún día se recupere. Sé que no voy a encontrar nada sobre él en la red, y sin embargo lo busco.

Al mismo tiempo, quiero comentar que tengo la firme convicción de que ese traidor es un individuo destructivo, que deforma la realidad a su conveniencia y falta a la verdad sin el menor pudor y esas características provocan que ese tipo de personas hagan mucho daño a quienes tienen cerca (su familia, muy probablemente) como hizo mi padre, pero al final acaban destruyéndose a sí mismas y no tienen ninguna posibilidad de evitar ese final aterrador.  Más aún, su narcisismo maligno, que los saca de la realidad, les provoca una necesidad de sentirse apreciados y admirados por sus allegados, y antes de dejar este mundo, ya son odiados y despreciados por todas aquellas personas a las que dañaron en mayor o menor medida. El cerdo que tuve por padre dejó un recuerdo de devastación y lo mismo le va a pasar a David.

Esto no sucede porque yo lo desee, sino porque las malas acciones tienen consecuencias. Cuando una persona atenta en contra de otra, se hace daño a sí misma; esta idea podría parecer un cliché, pero eso no la hace menos cierta.
 

jueves, 1 de octubre de 2015

Narcisismo maligno en dos individuos que han arruinado mi vida

He estado leyendo en internet sobre narcisismo patológico, comenzando por un término interesante: narcisismo maligno, después sobre trastorno narcisista de la personalidad para de ahí continuar con psicopatía. En un momento dado tropecé con el trastorno antisocial de la personalidad y me sorprendió mi incapacidad para diferenciar el TNP del TAP.

Mi interés había surgido de algo que he tenido en mente desde hace años. Fabiola, mi psiquiatra en una institución pública, me llamó narcisista, dolida creo yo, porque la rechacé como terapeuta pidiéndole que nos limitáramos a la terapia con medicamentos. Yo no tenía conciencia de mi narcisismo y me sorprendió cuando Fabiola me lo dijo, pero no la descalifiqué. Tuve diferencias serias con esa psiquiatra, pero siempre le he reconocido sus aciertos y su actitud amable y accesible.

Y trataba de enfocarme en mí al buscar información sobre narcisismo patológico, pero al leer sobre el trastorno narcisista de la personalidad y sobre el narcisismo maligno, no puedo evitar pensar en mi padre y en David, el alfeñique perverso que me asestó una puñalada por la espalda y haciendo equipo con mi padre contribuyó a mandarme de regreso al infierno.

Sé muy bien que hay en mí un componente destructivo, pero no parece ser grave. Considero una prueba de esto mi estado físico teniendo más de 50 años, resultado de un estilo de vida saludable en el que he cuidado mi alimentación, he sido un deportista serio, he evitado abusar del alcohol y nunca he usado tabaco ni drogas ilegales. A mi parecer, todo esto refleja un amor a la vida, algo muy opuesto a la destructividad. Tengo un carácter violento, pero no soy un sádico; a mí no me gusta hacer sufrir a otras personas, a menos que me hayan dado motivos, que me hayan hecho daño deliberado con premeditación, como sucedió con ese dúo de hijos de puta: David y mi padre.

De mi padre he hablado antes, de David he hablado poco, por lo menos en este blog. Este alfeñique desprovisto de masculinidad, de valor y de vergüenza, me llevó con mucha premeditación y malicia a un área que era de su especialidad, que yo no conocía y donde no podía competir con él. Lo que no esperaba era que yo lo venciera en ese juego al que me arrastró y su furia lo llevó a cometer una bajeza. No sé cómo ha ido por la vida todos estos años llevando la frente en alto. Si yo le hubiera hecho algo así a alguien, no hubiera podido con la culpabilidad, pero esos individuos con un narcisismo maligno (como David y mi padre) no tienen conciencia, no les importa el daño que le hagan a otros y acaban arruinando a quienes confiaron en ellos, dejando un legado de dolor y de sufrimiento.
 

viernes, 25 de septiembre de 2015

Mi padre y mi amigo David, un buen equipo

Entre 1995 y 1996 pasé siete meses internado en una clínica de rehabilitación, por una serie de crisis que me pusieron en mucho peligro. A los 31 años de edad, había enfrentado un segundo fracaso en la universidad y el rechazo social y de una mujer a la que cortejé. No hallaba la salida, pues ya en la cuarta década de la vida era incapaz de encontrar empleo y tener un mínimo de ingresos que me permitieran sentirme productivo para así poder justificar mi existencia y poder procurarme aquello que un adulto necesita para vivir. Había pasado años preparándome para convertirme en un ingeniero y ante el derrumbe de esta posibilidad, mi vida parecía acabada y yo solamente quería morir para dejar de sufrir, pero no me atrevía a quitarme la vida.

En la clínica conocí a Rocío, mi primera pareja, mi primer amor, mi primera experiencia sexual (que no fuera con trabajadoras sexuales) y mi primera relación tormentosa. Viéndolo en retrospectiva, creo que Álvaro, el psiquiatra que tuve en esa época, sí identificó mi trastorno límite de la personalidad, pero no me lo informó, algo para mí incomprensible. Una vez que hube salido de la clínica, dejé de tomar los medicamentos, principalmente porque al tener relaciones sexuales con Rocío no podía eyacular, de alguna manera un efecto colateral de alguno de los medicamentos era la eyaculación retardada. Sin darme cuenta, volví a caer en mi comportamiento violento, con mis terribles arrebatos de furia, cosa que hizo la vida cotidiana difícil a quienes vivían conmigo. Mi padre, siempre incapaz de entender nada, explicaba mi comportamiento como el de un adulto que mentalmente se quedó en la infancia por no haberse visto obligado a madurar, por no haber sufrido si quiera un poco y por jamás haber carecido de nada. No sé si mi padre era pendejo de nacimiento o por vocación, me parece bastante probable que haya sido mucho de las dos cosas.

A finales de 1997, mi amigo David me contrató para trabajar en una empresa en la maquiladora, donde a él le habían dado un puesto relativamente importante, y teniéndome a su merced, decidió demostrarse a sí mismo — y a mí, de pasada— que intelectualmente me superaba en todo. Ante la imposibilidad de lograr esto, dos meses y medio después me echó a la calle, propinándome una puñalada por la espalda que me mandó de regreso a un infierno del que creí haber salido, pero a un círculo más profundo. El problema es que David no consiguió esto solo, sino haciendo labor de equipo con mi padre. Ellos casi no se conocían, pero al atacarme con toda la saña de la que eran capaces —si bien cada quien por su lado— consumaron una infamia que a mí me llevó a volver a perder la voluntad de vivir, algo que yo creía poco probable.

No sé si Dios existe (no niego que así sea), o si en su lugar haya una Conciencia Cósmica, o un orden que coloque a cada quien en el lugar que le corresponde, pero si así es, David y mi padre tienen un honroso lugar en el pabellón de la infamia. Mi padre se adelantó yéndose de este mundo como consecuencia de su adicción al alcohol y su destructividad; falta que David haga lo propio.

Será un placer enterarme de que has terminado de arruinar tu vida, David hijo de puta.

De debilidad y violencia

Atticus Finch es el padre que todos quisiéramos tener. Este personaje es el padre de Jean Louise (Scout) Finch, una mujer que nos narra una historia extraordinaria en la novela Matar un ruiseñor, de Harper Lee. Transcurre en un pueblo en Alabama en la época de los 30s, durante la Gran Depresión. Considero a Atticus un hombre excepcionalmente fuerte  porque pese a ser grande de talla y físicamente fuerte, jamás recurre a ningún tipo de violencia, sea esta física o verbal o de ningún tipo.

He leído un poco sobre psicología y he adoptado la idea de que la violencia es debilidad, más lo es la destructividad, mientras que la no violencia es fortaleza. Me gustaron las ideas de Erich Fromm en su libro “el corazón del hombre”, donde defino como “bueno”  aquello que contribuye a reafirmar la vida, mientras que “malo” es todo aquello que tiende a destruirla. De ahí que todo tipo de violencia (excepto por la agresión defensiva), pueda considerarse mala y una persona que tiende a violentar a otros o a sí mismo, pueda ser considerada débil.

Cuando he estado en terapia, o al hablar con otras personas sobre mi infancia difícil, me han preguntado si mi padre me golpeaba, y la respuesta ha sido negativa. Ese mal individuo me violentaba por medio de humillaciones, vejaciones, segregación y odio en su mirada y en su tono de voz. Otras formas de violencia eran menos claras, como cuando yo llegaba a casa con notas que indicaban un mal aprovechamiento en la escuela y él me hablaba del infierno que había sido su vida cuando tenía mi edad. Yo era un niño y no podía entender de qué manera podía yo provocarle  con mi mal desempeño, un sufrimiento que se había dado entre 25 y 30 años antes. No podía comprenderlo porque ni siquiera se me ocurría preguntármelo. Recuerdo a mi padre sentado en la cama del dormitorio conyugal reviviendo el dolor, haciéndome sentir culpable, culminando en una postura en la que apoyaba un codo en una rodilla y con ese brazo sostenía su rostro, tapando sus ojos con su mano y exclamando: ¡cómo he sufrido! Mi madre se hallaba de pie observando la escena con una expresión en su rostro difícil de definir, parecía contemplar al más desafortunado de todos los seres humanos de toda la historia (mi padre) a merced de su verdugo (yo). Yo no odio a mi madre, pero sí tengo mucho resentimiento contra ella por haberle permitido a ese monstruo con quien me trajo al mundo, que me hiciera tanto daño.

Hablando con psicólogas, sean estas terapeutas, interventoras en crisis o amigas, me han dicho que las dificultades que un ser humano enfrenta durante su temprana existencia lo marcan y determinan su futuro comportamiento en gran medida, pero si bien no niego cierta validez en este argumento, lo rechazo. Considero muy estúpido a alguien que afirma: mi padre devastó mi vida porque alguien devastó la suya. El que otras personas nos hayan hecho daño no nos da derecho a hacerle daño a otras, mucho menos si no son culpables de lo que hemos sufrido. Reconsiderando esta última idea, aclaro que no soy muy entusiasta en lo que al perdón se refiere, tengo una naturaleza vengativa y cuando alguien me hace daño, devuelvo el golpe en la misma magnitud, como mínimo.

Mi padre murió un viernes 14 de diciembre de 2007, cuando yo contaba con 43 años y siete meses y vivía enfermo, desempleado, sin atención médica, completamente solo, en la pobreza y sin saber que padecía un trastorno de personalidad muy grave; ocho meses antes le había dicho a una psiquiatra en una institución pública “siento que ya no puedo”, por segunda vez había perdido la voluntad de vivir y el principal responsable de ello era ese hijo de puta, mi padre.

Dos años y cinco meses después dejé de vivir solo porque mi hermana Yolanda vino a vivir a la casa de mis padres (que yo había habitado durante casi 29 años) con su esposo y sus hijos, y con mi madre. Menos de tres meses después, mi familia regresó a la ciudad de donde habían venido y mi madre se quedó conmigo algunas semanas. El 1 de septiembre de 2010, miércoles, como a las 20:00 horas me dijo mi mamá que en una de las habitaciones, mi hermana había dejado las cenizas de mi padre. Menos de dos horas después, las eché por el excusado, una pequeña venganza con un significado muy obvio.

Me violentaste, padre monstruoso sin que yo pudiera hacer nada para defenderme, ahora has rodado con aguas negras, como corresponde. Cada quien con su cada cual.

jueves, 24 de septiembre de 2015

La vida de un enemigo en manos de una psicoterapeuta

David me asestó una puñalada hace 17 años, siete meses y 22 días. A partir de entonces mi existencia, que ya había sido terrible al grado de ponerme al borde de la muerte, se hizo todavía más difícil. Juré cobrársela a ese hijo de puta, y ahora que lo he humillado públicamente, es posible que esté descendiendo a su infierno personal; ojalá así sea.

Muchas veces me he preguntado si ese deseo de venganza, hablando de David en particular, proviene de un narcisismo desproporcionado. Me resulta insoportable pensar que un individuo débil en extremo, sin virilidad, sin masculinidad, que llevó una vida sedentaria sin intentar siquiera practicar un deporte, me haya hecho tanto daño, saliéndose con la suya.

Sea como sea, imagino a este pedazo de maricón viviendo en la desesperación más absoluta, habiendo perdido a su familia, su patrimonio, su salud física y mental, con un pie en la tumba, convertido en una piltrafa humana. En mi fantasía aparece Fabiola, que fue mi psiquiatra en una institución pública, quien por alguna razón me pareció atractiva pese a no ser una mujer bonita, por quien siento gratitud y al mismo tiempo resentimiento por haberme mirado desde arriba, por haberse obstinado en verme como un individuo mentiroso, inculto y poco inteligente. Fabiola me dijo que yo era narcisista, “usted es muy defensivo”. Bueno, ella se decía doctora, sin tener ese grado académico, siendo médico especialista. Recuerdo que una psicóloga con quien hablaba por teléfono me dijo que Fabiola se sentía “la última coca cola en el desierto”.

Imagino a Fabiola pidiéndome que hable con ella y le explique mi determinación por destruir a David. Desde el principio me muestro reacio, tratando de no portarme grosero con ella, pero haciéndole ver que no sabe escuchar, que tiene prejuicios respecto a mi persona (porque tengo la etiqueta de enfermo), que no va a creer una palabra de lo que le diga, y que se presta para que un mal individuo (David) la utilice como a un títere. No es mi intención ofenderla, pero no lo puedo evitar.
Pongo como condición que Fabiola use sus conocimientos de psicoanálisis para evaluar a David al escuchar su discurso, lo que le permitirá advertir que este carece de lógica, está lleno de contradicciones e inconsistencias, y omite información importante, recordando lo que le conviene y habiendo olvidado lo que podría ponerlo en evidencia. Amnesia selectiva.

Fabiola atiende a David con mucha regularidad, una sesión por semana, en ocasiones dos. A mí, Fabiola me cita para que le dé información, pero queda perfectamente claro que no soy su paciente y que mi asistencia a las sesiones es voluntaria y puedo abandonarlas en el momento que quiera. Entre esta psiquiatra y yo crece el antagonismo que apareció cuando era su paciente en una institución pública, mientras que entre Fabiola y David la situación es del todo diferente.

Al principio Fabiola le cree a David su versión de los hechos, cuando él le narra los acontecimientos que nos llevaron a convertirnos en enemigos a principios de 1998, en esa empresa de la maquiladora electrónica. Fabiola piensa que habiendo quedado trunco en mis estudios universitarios, carezco de una inteligencia que me permita ser competente y siendo un enfermo, padeciendo un trastorno límite de la personalidad, mi paranoia me impide darme cuenta de que mi jefe tomó una medida dolorosa pero necesaria, que tuvo que despedirme porque mi trabajo no servía y lo único que hacía era causar problemas.

Esta psiquiatra-psicoanalista, tiene especial cuidado al hablar conmigo, dado que mis sesiones con ella se dan cada tres o cuatro meses y si me enojo y decido no volver a verla, no podrá impedir que la existencia de David quede totalmente destruida. Por esta razón, Fabiola usa una aproximación muy indirecta en la que me solicita información, tratando de disimular u ocultar su reacción al escuchar mi narrativa. Muy frecuentemente me doy cuenta de que esta profesional de la salud mental me pone en el banquillo de los acusados, probablemente sin tener conciencia de ello, cosa que no disminuye mi malestar ni mi furia por su estupidez. Sin embargo, Fabiola logra su cometido al evitar que me vaya y al mismo tiempo, escuchando a David, paulatinamente comienza a sentir aversión hacia él. Yo le he señalado que este traidor cobarde tiene un ego gigantesco y es un patán que finge ser un caballero. Eso le ha dado a ella la pauta para comenzar a ver qué hay debajo de la máscara de este individuo repugnante.

David se destruye a sí mismo y nadie puede impedirlo, nada puede detenerlo.

Malestar, pese a que todo parece estar bien

El día de hoy ha sido de un malestar intenso. Conozco gente en redes sociales y las relaciones no fructifican, quedan en el nivel más superficial. Tantas personas padecen la soledad y cuando se les presenta la oportunidad de formar relaciones de amistad o de otro tipo, se alejan.

Mi empleo ha mejorado mi situación económica, junto con la rutina en la que trabajo de lunes a viernes y el fin de semana lo dedico a actividades menos importantes, no por ello menos fructíferas, pero sigo solo.

Del martes al día de hoy, he dedicado alrededor de 40 minutos a partir de las ocho de la mañana a ejercitarme en mi bicicleta de carreras, que combino con un poco de levantamiento de pesas (sólo un poco). En teoría la actividad aeróbica ejercita el sistema cardiovascular y libera endorfinas; sin embargo, el malestar me persigue y en la oficina quisiera callarle la boca a gente que habla como idiota, que le tiene pavor al silencio y no se da cuenta que sus pendejadas dificultan el trabajo y molestan a otras personas.

Sigo con mi tratamiento, el estabilizador del estado de ánimo con un antidepresivo (sertralina) por la mañana, y por la noche otra vez el estabilizador del estado de ánimo (valproato de magnesio) con un antipsicótico (risperidona). Duermo bastante bien y cuido mi alimentación, creo que me veo bien y sin embargo la inmensa mayoría de las mujeres me ignoran y eso me hace sentir como un hombre invisible, insignificante.

Es sólo malestar, ya pasará.

martes, 22 de septiembre de 2015

Psicóloga Lupita, una profesional de la salud mental no apta para ejercer

Si bien, Lupita no está apta para ejercer, su caso no es único, se da muchísimo entre profesionales de la salud mental.

Ella comenzó a atenderme en un servicio telefónico de atención en crisis, en fin de semana y algún tiempo después, pude conocerla en persona. Tuvimos una relación difícil de definir, en la que parte del tiempo ella era una interventora en crisis o alguien con quien hablar, y parte del tiempo era mi amiga. Quisiera decir algo que quiero que quede bien claro. Lupita me ayudó en momentos difíciles, en los que incluso no tuve nada que comer. Eso sucedió un cierto número de veces durante los años que siguieron, a partir del año 2011, e incluso en el presente año, ella me ayudó dando buenas referencias sobre mí durante mi proceso de contratación en la compañía que trabajo y después dándome una carta de referencia laboral. La gratitud es algo que no se debe de perder y en el caso de Lupita, no voy a olvidar lo que hizo por mí.

Sin embargo, también he sido objeto de agresiones muy serias por parte de esta psicóloga, como a finales de ese año 2011 en que me llamó mantenido. Este agravio resultó muy doloroso y lo he hablado con otras psicólogas y a todas les ha parecido absolutamente reprobable; una psicóloga jamás debe de decirle eso a un usuario.

Hace meses que no hablo con Lupita principalmente porque ha mostrado un comportamiento muy difícil hacia mí. Una de las últimas veces en que lo intenté, me trató como si estuviera hablando con un pendejito al que se le puede "cotorrear". Me parece que el narcisismo patológico de esta mujer la lleva a sentirse superior a mí, y parece difícil que me equivoque. Ese día comenzó diciéndome estupidez y media, que si había trabajado (era sábado y yo trabajo de lunes a viernes), que si podía ir a la institución pública donde me dan la atención psiquiátrica (la atención es entre semana) y más pendejadas de todo tipo. Me molestó mucho que le dije que estaba comenzando a tener ingresos y que quería comprar muchas cosas, y esta mujer tonta me dijo: "ahorra, ahorra", cayendo en una actitud de cerrazón y de tontería, sin detenerse a pensar que el tener ingresos me permite hacer muchas cosas que no pude hacer cuando viví en la pobreza. ¿Qué sentido tendría trabajar para seguir viviendo privado de aquello que necesito? La escasa inteligencia de esta mujer no alcanza para entender algo tan sencillo y se monta en su burro y no escucha.

Algo todavía más ilustrativo sobre lo mal que anda esta psicóloga es lo que me dijo uno de esos días, sábado en la noche al comenzar su turno de doce horas en el servicio de intervención en crisis. Me parece que comenzó cuando me molestó que me preguntara si había trabajado ese día (había mencionado que yo trabajo de lunes a viernes) y entonces Lupita me dijo que ella trabajaba todos los días. No sé por qué me echó eso en cara a mí, si no dependo de ella, no vivo en su casa y no me mantiene. Que ella trabaje todos los días es algo que no tiene nada que ver conmigo. Más aún, su trabajo como psicóloga clínica no sirve; no sé si el trabajo que hace en su otro empleo en Cruz Verde Zapopan sirva para algo (la verdad lo dudo), pero si su trabajo no rinde ningún fruto, haría mejor en dejar a otra persona capaz y dejar de estorbar.

Resulta inverosímil es que me haya dicho que ella viene de una "cultura del esfuerzo", siendo especialmente incompetente con los números, entiéndase con la aritmética más elemental. Lupita no puede hacer la operación aritmética más sencilla sin una calculadora. No podría calcular el área de un cuadrado, no domina el uso del punto decimal y por supuesto, tampoco las operaciones con fracciones. Lupita eligió una licenciatura que no lleva números, que junto con medicina, derecho, medicina y otras, se han convertido en un refugio de burros que no quieren ponerse a estudiar y superar sus deficiencias académicas. Por si esto fuera poco, Lupita ni siquiera sabe escribir correctamente, su redacción es muy defectuosa y no domina la ortografía (si bien hay que aclarar que eso es una verdadera pandemia en nuestro país). Lupita tampoco domina una lengua extranjera.

Las agresiones verbales de Lupita, hayan sido muchas o pocas, han constituido una manifestación de su falta de adecuación como ser humano, del malestar que siente al saber que ha fracasado y tiene que ver con las entradas anteriores, en que al verme a mí como un paciente psiquiátrico, un individuo con problemas serios de salud mental, me ha considerado el blanco perfecto de sus ataques porque ella puede argumentar que no hay tal, que por mi patología yo percibo hostilidad y agresión donde no la hay; una postura de lo más ruin. Por supuesto, si me considera débil, se permite probar sus fuerzas conmigo, comparándose para tratar de reafirmar su valía. Si no fuera un ser humano pobre y disfuncional, no tendría ninguna necesidad de compararse con nadie.
 
Si se comparara con una profesional de la salud mental exitosa, Lupita saldría muy mal parada, lo sabe perfectamente bien y por eso evita ese tipo de confrontación. En fin, habrá que dejarla que siga con su comportamiento no ético y vergonzoso.