jueves, 29 de diciembre de 2016

De ciclismo, cansancio, medicamentos y objetivos en la vida


La práctica del ciclismo de ruta es un componente muy importante en mi vida, lo ha sido durante unos 24 años, si bien durante temporadas más o menos largas me he visto obligado a abandonarla por motivos económicos y de salud.

El último sábado de octubre compré una bicicleta de ruta marca cannondale, de color rojo, usada. Ya había tenido una máquina muy parecida, de la misma marca, también de aluminio y del mismo color, que compré en 1993 cuando me acercaba a los 29 años de edad. El año anterior había comprado unos rodillos (de equilibrio) que he tenido durante 24 años y en los que he pedaleado el equivalente a miles y miles de kilómetros, no sé cuántos.

En este momento tengo 52 años y ocho meses de edad. Casi permanentemente experimento un cansancio que me he negado a adjudicar a mi edad, pues aún no soy un viejo, si bien ya no soy joven, y creo tener razón. El asunto es que desde hace cinco años tomo medicamentos para mi trastorno de personalidad: un antidepresivo, un estabilizador del estado de ánimo y un antipsicótico y el primero y el tercero provocan fatiga crónica. Saberlo resulta un alivio, pues eso significa que todavía me quedan bastantes años de práctica deportiva muy placentera, con los beneficios a la salud que esto conlleva.

Tengo empleo desde hace un año y ocho meses, y esta situación combinada con mi pedaleo casi cotidiano se asemeja a la que viví durante los primeros nueve meses del año 2005, en que cumplí 41 años. Por supuesto, era mucho más joven y mucho más delgado, pesaba unos 70 kg. La diferencia es que en aquella época trabajaba como operador (entiéndase obrero) en la maquiladora electrónica por muy poco dinero, que me pagaban semanalmente. No sabía que padecía un trastorno psiquiátrico muy grave y no tomaba medicamentos más que para dormir. Como resultado de esto, tenía mucha energía, era fuerte, no tenía un gramo de sobrepeso y la práctica del ciclismo era diaria. El lado malo es que el sufrimiento psíquico era muy intenso y estaba muy deprimido por vivir completamente solo y sobre todo por no tener una pareja, y porque mi vida no iba a ninguna parte.

Ahora no tengo la energía para pedalear tantos kilómetros por semana como en aquella época, hace once años, pero hoy sí tomo medicamentos, que si bien no resuelven mi problema, aminoran los síntomas y hacen la vida tolerable.

No entiendo cómo es que peso unos 87 kg, con 1.80 m de estatura y mi sobrepeso no es evidente. Desde hace unos dos meses he estado comiendo ensaladas, tanto en el comedor de la empresa como en mi casa y si bien no parezco haber perdido peso, sí me he sentido mucho mejor. El número de horas de entrenamiento por semana sigue siendo muy bajo, pero espero que esto cambie en un futuro cercano; simplemente quiero pensar que pronto podré hacer más series de pedaleo que sumarán un mayor kilometraje cotidiano.

Todo esto no parece tener una gran importancia, y no creo que refleje grandes ambiciones, pero si algo he logrado ha sido sobrevivir, y como decía en una entrada anterior, no vivo en el carril rápido ni me hago daño suicidándome lentamente sin poder detenerme.

Pensar que otras personas viven una situación diametralmente opuesta (enemigos míos), es motivo de una gran satisfacción.

martes, 27 de diciembre de 2016

Mi enemigo David, paralelismo en nuestras vidas


¿Por qué creíste que podías hacerme daño y no tenías nada que temer de mí?

Locomoción, movimiento con una cadencia perfecta, alta frecuencia en el pedaleo, aproximadamente 90 rpm, es decir una revolución y media por segundo o incluso un poco más alta si bien la resistencia es baja. Al cabo de 10 minutos la multiplicación cambia y la resistencia aumenta, la frecuencia sigue siendo igual de alta y la velocidad en km/h se incrementa. La respiración se hace más profunda e intensa, el corazón late más rápido y los pulmones inhalan y exhalan más aire, las contracciones musculares consumen más energía…

Todo comenzó en algún momento en mi temprana adolescencia. Leía un ‘comic’ en el que un maestro de educación física le decía al protagonista que al correr por la pista de atletismo debería concentrarse en mantener una velocidad uniforme; la idea me gustó y tiempo después comencé a correr en las calles cercanas a la casa donde vivía con mi familia. De eso han pasado muchos años y desde entonces he estado activo cuidando además mi alimentación, aprendiendo sobre nutrición y buenos hábitos de higiene. ¿Soy un individuo despreciable, un fracasado, un alfeñique que no ha hecho nada con su vida y por lo tanto hombres como tú quieren pegarme, traidor?

Mi postura corporal no proyecta la imagen de un fracasado, mi estilo de vida es muy sano y no vivo en el carril rápido, cometiendo un suicidio haciéndome daño sin poder detenerme. Bebo con moderación, no fumo (nunca lo he hecho), no consumo ninguna droga ilícita y mi hábito más terrible consiste en tomarme unas seis tazas de café al día. A diferencia de ti, no vivo cavando mi propia tumba y no tengo un cadáver en el clóset.

El pobre idiota que quiso sentirse superior al amigo al que decidió arruinar pegándole por la espalda, sigue en su carrera de ratas. ¿Era necesario contraer matrimonio y tener hijos? Por supuesto que es algo perfectamente válido, siempre y cuando el deseo sea genuino y no se haga porque eso es lo que otros esperan de uno. Este remedo de Judas Iscariote se casó con una mujer muy exótica (entiéndase muy inferior) porque sintió que se le estaba pasando la hora, su hermano menor ya había tenido un hijo y este imbécil no quiso quedarse atrás.

¿Por qué me eligió para probar sus fuerzas conmigo? En apariencia yo había fracasado contundentemente, teniendo más de 30 años sin haber trabajado jamás, habiendo fallado dos veces en la universidad, careciendo de todo excepto de una buena preparación académica (a pesar de todo) y de un buen dominio del idioma inglés, que superaba el de este Judas. ¿Y qué obtuvo? Un golpe contundente, al darse cuenta de que ese amigo al que consideraba un inadaptado, muy inferior a él en lo intelectual (en lo físico era absolutamente superior), no era tal y en ciertas áreas del conocimiento lo superaba por mucho.

Ese Judas Iscariote iba por la vida desesperado por hallar el reconocimiento que quería merecer. Un hermano mayor había logrado mucho profesionalmente y sentía que sus padres no lo valoraban como merecía. ¿Y era admirable lo que había hecho este traidor? Me parece que no.

David nació sin trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y por tanto sin problemas de aprendizaje. Creció en una familia no disfuncional donde la violencia no estaba presente en todo momento y avanzó en sus estudios sin obstáculos, la senda que tenía que seguir era lisa y fácil.

A partir de 1998, la vida del amigo inadaptado, que siempre había sido difícil, se complicó aún más como consecuencia de la puñalada que le propinó el infame en quien confió y a quien creyó su amigo, y el progresivo deterioro de sus condiciones de vida lo puso varias veces al borde de la muerte. Un día, el amigo inadaptado (que llevaba el puñal bien clavado en la espalda) cobró conciencia de que había vuelto a perder la voluntad de vivir y decidió esperar a que terminara su existencia.

Pero la vida es como un cuerpo de agua en movimiento, y ciertos acontecimientos trajeron a la vida del paciente psiquiátrico cambios afortunados, como un empleo con una remuneración justa y con ello la oportunidad de volver a interesarse en ella.

¿Qué sigue? Tantas veces he imaginado lo que puede haber en el futuro para las personas que me han hecho daño y las cosas jamás han sucedido como las esperé, ni remotamente.

Mi conflicto con otro David, desde hace cerca de 19 años


Desde el lunes 2 de febrero de 1998, hace cerca de 19 años, otro David ha estado presente en mi mente prácticamente todos y cada uno de los días transcurridos a partir de esa fecha. A este individuo lo he mencionado en otras entradas en este mismo blog, y fue el personaje protagónico de otro diario en línea en el que expuse la infamia que cometió al pegarme por la espalda.

Desde aquel día que lo vi por última vez, hace 18 años, 10 meses y 25 días, no he contado con mucha información sobre él, excepto que tuvo otros dos hijos (en aquel entonces Iván, su hijo mayor tenía menos de un año de edad), otro varón y una niña de nombres Aldo y Julia, respectivamente. Pese a no saber mucho sobre su desempeño profesional, me parece percibir que se ha estancado y nunca ha pasado de cierto nivel, que es mucho menos de lo que ambicionaba en sus delirios de grandeza.

Este remedo de Judas Iscariote me contrató en noviembre de 1997 para trabajar en la empresa de la maquiladora electrónica en la que él ocupaba el puesto gerente de ingeniería y al cabo de unas cuantas semanas, me convirtió en el objeto de su furia y de la frustración que sentía contra la vida por no haberlo dotado con lo necesario para ser un personaje de esos a los que el establishment del vecino país del norte rinde culto , uno de esos hombres que son bien parecidos, atléticos, inteligentes, instruidos, ambiciosos, osados, cuyas cualidades únicas les permiten alcanzar el honor y la gloria.

En lugar de eso, David Iturbe Gutiérrez creció para convertirse en un espantapájaros con la fisonomía y la presencia de un don nadie, con buenas dotes intelectuales para convertirse en un ingeniero, pero insuficientes para siquiera aspirar a ser el dirigente de una empresa medianamente importante.

¿Dónde estás, traidor? Sé que estás en Indianápolis, en el país al que siempre quisiste emigrar pese a detestar a sus habitantes racionalizando tu envidia mediante el uso de calificativos como corruptos, mediocres y gordos.

Durante los días en que este traidor infame, que además es uno de los “hombres” más envidiosos que he conocido en mi vida, me convirtió en objeto de su furia me di cuenta que tenía mucho en común con mi padre, que en aquel entonces contaba con 60 años y ya había arruinado a una familia y se hallaba muy ocupado haciéndole daño a su concubina y a los tres hijos que tuvo con ella. Mi padre vivió muchos años en el carril rápido suicidándose lentamente, en un trayecto aterrador en el que cada día se acercaba un milímetro más a la muerte y a las puertas del mismísimo infierno, sin poder detenerse.

En abril del año 2013 puse un escrito en internet en el que exhibí a David Iturbe Guriérrez, individuo despreciable, y sus hermanos, su esposa y sus hijos pudieron leer el relato de lo que hizo cuando tuvo un poquito de poder, algo que contrasta con la cobardía que muestra cuando no las tiene todas consigo. Casi tengo la seguridad de que ante Iván su hijo mayor y ante Carmen, su esposa, se ha derrumbado y jamás volverá a levantarse porque ante la vida es un impotente, algo que siempre tuvo en el inconsciente, pero que ignoraban las personas que lo rodeaban.

¿Tú también recorres la senda suicida sin poder detenerte, David? Ahora soy yo quien se ríe y voy a disfrutar al contemplar tu grandiosa autodestrucción, patético cobarde.

Conflicto en twitter con un individuo que parece ser David Páramo


En este momento estoy teniendo un conflicto en twitter con un individuo que parece ser David Páramo, el periodista financiero que trabaja en Imagen y escribe en Excélsior, que escuché alguna vez hace bastantes años con Eduardo Ruiz Healy, bien conocido por ser un prepotente y patán, y ahora chayotero.

Todo mundo sabe que David Páramo perdió a sus hijos de una manera trágica, estos fueron asesinados siendo un par de jóvenes que apenas acababan de salir de la adolescencia. Según la prensa, fueron ultimados por deudas con un proveedor de drogas; ignoro la veracidad de esta información y la verdad no me interesa. No tengo una buena opinión de David Páramo pero pese a la virulencia de sus ataques, no puedo dejar de sentir una cierta empatía hacia él y quisiera pensar que va a hacer lo correcto para superar sus problemas.

Con esto quiero decir que David Páramo parece estar en conflicto consigo mismo, una situación que produce mucho sufrimiento, pero si se sabe manejar puede ser muy provechosa; incluso puede cambiar la vida de una persona, para bien.

Puedo decir que David Páramo es un periodista incompetente, que sus argumentos son aberrantes y que además es un corrupto. Lo suyo es aplaudir y apoyar las políticas oficialistas que hacen tanto daño a la Nación y benefician a unos pocos, a las cúpulas que acaparan el poder económico y político, y esto le ha permitido a este hombre deshonesto desarrollarse en una carrera absolutamente cuestionable. Sobra decir que el precio que ha pagado por ello es demasiado alto, no solamente por la trágica muerte de sus dos hijos, sino también por el desprecio que tantísimas personas le profesan. Las manifestaciones de su dolor son obvias y toman la forma de violencia verbal mediante insultos, injurias y descalificaciones de todo tipo.

Si David Páramo está en conflicto consigo mismo, puede comenzar a tratar de identificar el origen del problema y dar los primeros pasos para resolverlo; el camino es la honestidad y recorrerlo puede ser muy doloroso, pero haciendo una analogía es como someterse a una cirugía mayor, con un costo muy alto pero con un objetivo genuino por el que vale la pena intentarlo.

Ojalá lo hagas, David. Te deseo suerte si emprendes el camino y te deseo lo mejor.

Mis hermanas Mónica y Yolanda y sus diferentes actitudes con motivo de la Navidad


Mis hermanas Mónica y Yolanda mostraron actitudes muy diferentes hacia mi madre y hacia mí con motivo de la Navidad. La primera le envió a nuestra madre 150 dólares como obsequio por Navidad y por su cumpleaños, que será a finales de enero. Le deseó además una feliz Navidad y puso especial empeño en que la felicitación y los buenos deseos eran nada más para ella, y no para su hermano gemelo; en cambio Yolanda nos envió felicitaciones y buenos deseos a los dos, si bien no le envió ningún obsequio a nuestra madre, seguramente porque su economía no se lo permite, pues siempre ha sido generosa.

Me siento más cercano a Yolanda que a Mónica. Ambas practican la religión católica y Yolanda es mucho más congruente, o tal vez debería decir, menos incongruente con lo que predica. Si bien no puedo negar que hay en ella muy malos rasgos de carácter, heredados de mi padre, tengo que reconocer que al mismo tiempo deja que mane de su interior un afecto y un amor genuinos. Esto lo demostró cuando se hizo cargo del hijo mayor de mi hermana Verónica, que en paz descanse como si fuera su hijo y lo sacó adelante. También recibí de ella mucha ayuda durante un periodo de tiempo muy prolongado y eso es algo que no voy a negar jamás, y si alguna vez me necesita, podrá contar conmigo.

Mónica por su parte es más religiosa que Yolanda, dedica muchas horas del domingo a los servicios junto con su esposo y sus hijos, y entre semana tiene actividades que tienen que ver con dicho culto; sin embargo lo que alberga en su corazón es resentimiento y odio. Lo mismo me sucede a mí, pero yo no soy una persona religiosa en lo más absoluto y no predico algo en lo que no creo. Ya pasaron nueve años de la muerte de mi padre y el odio que siento contra él es tan intenso como lo era el día que murió. No voy por la vida profesando el perdón porque no creo en eso, y en cambio soy muy vengativo y cuando alguien me hace algo que me provoca mucho sufrimiento, veo la manera de devolver el golpe, de preferencia con dividendos.

Mi actitud hacia mis enemigos es de resentimiento y venganza, y no lo niego ni me siento mal por eso. La actitud de Mónica es adherirse a las enseñanzas del Hijo de Dios, como pantalla, pero segregar veneno y hiel en su interior, lo que la convierte en una horrenda arpía; esto se refleja en su físico, que de por sí no es el de una mujer agraciada, pues nació fea y ha cultivado la fealdad. Su esposo le alimenta el odio y así van todos los domingos a misa, a escuchar al sacerdote, a confesarse y a comulgar, enseñándoles a sus hijos a llevar una vida de falsedad y a fingirse ovejitas, mientras aprenden a vivir como chacales.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Navidad, días de asueto y mi motivación


Pese a lo mucho que me molestan las actitudes incongruentes respecto a la Navidad, no puedo negar que es la época que más disfruto, de hecho la espero todo el año.

Esto puede deberse en parte a los días de asueto que vienen con esa fecha (este año será la excepción, pues cae en fin de semana), pero sobre todo a la abundancia de dinero y la posibilidad de comprar muchos satisfactores, un ejemplo de cuando el dinero sí da la felicidad y una relación más cordial con otras personas, así sea sólo debido a una costumbre, muy aparte de que las personas seamos religiosas o incluso de que seamos creyentes o no.

El próximo fin de semana va a comenzar el viernes 23 de diciembre, en el cual además de hacer algunas compras para la cena de Navidad, pasaré el día descansando y haciendo ejercicio en mi bicicleta de carreras. Esa actividad, que he llevado a cabo durante una buena parte de mi vida, me proporciona un bienestar físico y mental que comprende el mantenimiento de una buena salud y al mismo tiempo, un ritual que en los días entre semana dura aproximadamente 40 minutos, en el cual sudo copiosamente y al terminar anoto en un cuaderno la lectura del odómetro del velocímetro montado en el manubrio de mi bicicleta.

Una vez que me he cambiado de ropa y tengo puestos mis shorts de ciclismo, una camiseta sin mangas y mis zapatillas, que en la parte delantera de la suelta tienen atornilladas unas calzas que se insertan en los pedales, con mi bicicleta sobre los rodillos comienzo a girar las bielas, con una multiplicación baja al principio. Mantengo una frecuencia de pedaleo alta en combinación con una multiplicación baja durante unos diez minutos, en los cuales mantengo una velocidad de unos 25 km/h. Después cambio la multiplicación a piñón que sigue en el sprock, y pedaleo otros diez minutos con una cadencia igual de alta, pero ahora a una velocidad de unos 27 km/h. Antes de terminar esta primera serie cambio al piñón que sigue y ahora la velocidad anda en los 30 o 31 km/h. Después de unos cuatro minutos, que corresponden a dos kilómetros recorridos, termino la primera serie en la que he recorrido entre 10 y 12 km.

Después de descansar unos minutos (que frecuentemente son demasiados, por mi costumbre de estar metido en la red social twitter), vuelvo a subirme a mi bicicleta sobre rodillos y mantengo la multiplicación en la que sostengo unos 30 km/h durante unos ocho minutos, después de lo cual paso al siguiente piñón y sostengo una velocidad de unos 35 – 36 km/h. Cuando llego a esto alterno el pedaleo usando estos dos piñones hasta terminar la segunda serie de pedaleo y haber recorrido entre 20 y 24 o 25 km.

La verdad es que es bastante poco.

Esa tendencia a ejercitarme en solitario comenzó muy al principio de mi adolescencia, en que ejecutaba largas sesiones de salto de cuerda. Con el paso de los años pasé a correr en la calle, actividad que llevé a cabo durante unos ocho años, y más comencé a ejercitarme en bicicleta, debido a dolores intensos en los tendones de Aquiles, consecuencia de correr en superficies duras. Mi infancia difícil que se convirtió en una adolescencia desastrosa y mi juventud de enfermedad, aislamiento e improductividad hicieron de mí un solitario, con un pie fuera de la realidad y la tendencia a aislarme del mundo. Una vez que tuve un velocímetro en el manubrio de mi bicicleta, comencé a prestarle mucha atención a la lectura del odómetro, y en menos medida a la velocidad promedio y otras variables.

Hoy, a los 52 años, siete meses y 24 días de vida, ejecuto mi ritual cotidiano de treparme en mi bicicleta sobre rodillos (excepto en fin de semana, en que salgo a rodar en circuitos cercanos a mi casa) y apunto el kilometraje que indica el odómetro. Anoche llegué a 15870 km, conteo que comenzó en septiembre de 2014 y refleja poca actividad.

Estos dos últimos fines de semana que le quedan a este año serán de tres días, y una de mis mayores motivaciones es ejercitarme en mi bicicleta de carreras, tanto sobre rodillos como en circuitos cercanos a mi casa, más que de costumbre.

Me imagino que a muchas personas esa motivación les parecería risible, pero la eso verdad no me importa en lo más absoluto. No he hecho mucho con mi vida (de ahí puedo establecer un paralelismo con mis recorridos en bicicleta, tan cortos), y sin embargo hay más satisfacción en ella que en las vidas de muchos individuos cuya existencia ha sido menos difícil que la mía.

Recuerdos de un pasado difícil, mi realidad actual


Hace un año, mi hermana Yolanda se vio obligada a irse de Guadalajara porque una vez más, su situación económica era insostenible. Después de cuatro años en esta ciudad, tuvo que empezar de cero, la razón principal: lleva a cuestas una carga que para ella sola resulta demasiado pesada. Su esposo no sabe ganarse la vida ni quiere hacerlo. Este señor tiene la desfachatez de denominarse “hombre” a sí mismo siendo un parásito, un lacra y un vividor. Su concepto de ser hombre es hacer mucho ejercicio de fuerza para desarrollar una gran masa muscular, hablar a gritos con su voz grave que refleja una alta producción de testosterona, y hacer mucho énfasis en cada cosa que dice, dándoselas de ser muy inteligente y capaz.

Un día decidí comunicarme por escrito con este señor y le envié un correo electrónico en el que le expresaba lo que pienso de él (aparece como entrada en este blog), lo que le provocó un sufrimiento psíquico considerable. Debe haber sido muy doloroso que le arrancaran la máscara y sobre todo que quedara claro que es bien conocido que él no es “Licenciado en Administración de Empresas del Tecnológico de Ciudad Guzmán” y en cambio su escolaridad es primaria. Le dije muchas cosas, pero esa fue la más importante.

Algo que me molestó mucho fue que se refiriera a mí en su cuenta de twitter (que después quitó ante el peligro que representaba cierta información que puse sobre él), en el que me llamaba “persona tóxica” que se hace la víctima y además se refería a mí con el término “casi ingeniero, que es cagada emocional”. Esto da una idea de la educación y la decencia que tiene la persona con la que mi hermana Yolanda se casó y decidió tener hijos.

A eso me refiero cuando afirmo que a la violencia que he vivido desde mi más temprana infancia se han sumado los esposos de mis hermanas Mónica y Yolanda.

En el caso de mi hermana Yolanda, su violencia verbal tiene su origen en que cuando su ahora esposo la conoció, optó por la estrategia de la manipulación. Le dijo a Yolanda que él era el producto de un matrimonio que se disolvió y había vivido desde su infancia con su padre y su madrastra, teniendo dos (medios) hermanos menores a quienes sus padres les daban todo, mientras él padeció de todas las carencias, materiales y afectivas. Así conmovió a mi hermana y se ganó su corazón.

Algo de particular importancia es que este señor, de nombre Enrique, vive afirmando que él no estudió porque la vida le negó ese derecho. Resulta difícil entender por qué su padre le pagó en primaria el American School (que es una escuela de cuotas elevadas) y después le negó el derecho a educarse. Yo escuché otra versión, que su padre lo inscribió en una buena escuela secundaria, particular, y él nunca asistió.

Si Yolanda se casó con este individuo en agosto de 1993, hace veintitrés años y cuatro meses, ¿qué le ha impedido elevar su escolaridad, estudiar por lo menos secundaria y preparatoria?

La verdad es que este señor ha pasado la mayor parte de esos 23 años sin trabajar, y en cambio se dedica a ver televisión (telebasura) y no lee absolutamente nada, y se imagina que pasar muchas horas en internet (en Facebook, por ejemplo) constituye una actividad intelectual.

Enrique, el esposo de mi hermana Yolanda afirma que la condición terrible que viví durante tantos años (de hecho durante mi juventud, lo que debieron ser los años más productivos de mi vida) es merecida. Dice que si yo tengo estudios es porque tuve un padre que me los procuró, cosa que si bien en cierta medida es cierta, no dice nada sobre el hecho de que yo nací con TDA y por consiguiente con problemas de aprendizaje y lejos de darme por vencido y abandonar la escuela, me convertí en un autodidacta y eso me confiere una capacidad intelectual que nadie puede negar. Lo que soy, poco o mucho, lo conseguí esforzándome, a diferencia de él que por rebeldía o quién sabe por qué, se negó a estudiar terminantemente.

Este individuo despreciable cuenta con dotes innegables de manipulador y es un maestro de la intriga. Durante los últimos meses, o años, se ha dedicado a difamarme con gente de mis familias materna y paterna, y lo más frustrante para mí es que algunas (o muchas) de esas personas le crean sus mentiras y su veneno sea efectivo. Existen pendejos como mi tío Paco, viudo de mi tía Susana, hermana de mi mamá, que escuchan y dan crédito a las infamias que vomitan a mis espaldas mi hermana Yolanda y su cónyuge paria. Esa labor que llevó a cabo mi padre, magistralmente, durante tantos años, ahora la realizan mi hermana y la despreciable escoria con la que se fue a casar.

¿Y cómo se relaciona todo esto con la inminente fecha de la Navidad?

Pienso que mi situación es infinitamente mejor de lo que fue en años pasados, de hecho estoy en la mejor de toda mi vida, pero independientemente de que personas de mi familia, como mis hermanas Mónica y Yolanda estén geográficamente lejos (la primera en Katy, Texas; la segunda en Puerto Vallarta, Jalisco), la violencia sigue presente en todas las fechas del año y parece poco probable que eso cambie algún día.

Miércoles 21 de diciembre, un evento indeseado y una conciencia dolorosa


El día de hoy, miércoles 21 de diciembre de 2016, me siento a disgusto porque me veo obligado a participar en un evento laboral que debería de ser voluntario. Consiste en un intercambio de regalos, en el que el ítem a obsequiar es una botella de vino o de licor, y la persona a la que me tocó regalarle pidió una botella de Johnny Walker red label. Cuando se me preguntó qué quería que me dieran de obsequio, respondí: vino tinto que no sea dulce, o whisky. Tengo la costumbre de esperar lo peor y temo que la persona que tiene que darme obsequio (que no sé quién es, así como no sé a quién le voy a dar) me entregue un ítem que esté muy por debajo del precio acordado, que es de 250 pesos.

Después del susodicho intercambio, nos dirigiremos a un restaurant ubicado a una distancia considerable de nuestro centro de trabajo, para el cual nos pidieron una suma de 150 pesos; entonces todo este asunto tendrá un costo de 400 pesos, o más.

Tengo buena opinión de la directora de mi departamento, pero en esta ocasión no estoy de acuerdo en absoluto con lo que decidió: hacer obligatorio este intercambio y esta comida y que además tenga un costo para nosotros. Y todo esto tiene su origen que en noviembre pasado se dieron a conocer los resultados de la encuesta de clima laboral y nuestro departamento obtuvo malas notas.

Al mismo tiempo, pienso en la Navidad que se aproxima; Noche Buena será el sábado y Navidad el domingo. El viernes 23 no trabajaré porque pedí ese día como vacaciones, al igual que el viernes 30. Así, las últimas dos semanas laborales serán de cuatro días.

A partir del año 2014 mi realidad cambió para bien. Lo mejor que sucedió ese año fue que mi hermana Yolanda y su esposo el paria se fueran de la casa llevándose a Paola, su hija mayor. No puedo decir lo mismo de Irys, mi querida sobrina que ahora tiene diez años porque a ella sí la quiero mucho y la extraño. Ese año conté con dinero que en realidad era poco, pero habituado a vivir en la pobreza, pareció mucho.

A finales de abril de 2015 fui contratado para trabajar en la empresa farmacéutica donde actualmente laboro y eso ha traído un cambio muy afortunado a mi vida. Ahora soy autosuficiente y productivo, pero mi mente sigue ocupada con la dolorosa conciencia de lo difícil e injusta que ha sido mi vida, principalmente por la violencia que inició mi padre cuando yo era un niño que no tenía la edad para pararse en el kínder, con la complicidad y participación de mi madre, y con el paso del tiempo se sumaron muchísimas personas, como mi abuelo materno y otros miembros de ambas familias, vecinos, amigos de mis padres, y con el paso del tiempo los esposos de mis hermanas Mónica y Yolanda.

Hace once años, a finales de septiembre de 2005, perdí mi trabajo en una empresa de la maquiladora electrónica donde trabajaba como operador. Esta era una ocupación denigrante, pero por lo menos vivía sin hambre. Una vez que me corrieron de esa empresa inmunda, volví a caer en una tremenda pobreza viviendo enfermo (sin tener conciencia de ello), sin atención médica, desempleado, y completamente solo. Mi padre todavía vivía (de hecho le quedaban dos años de vida en los que aprovecharía mi condición extremadamente difícil para tratar de quitarle a mi mamá la casa, que era todo lo que quedaba del patrimonio y lo único que no le había robado). Mi madre vivía en otra ciudad con mi hermana Yolanda y su familia y en esa misma ciudad vivía mi padre con su concubina y los hijos que tuvo con ella, motivándolos para que sintieran desprecio por mí y me atacaran.

Y en los últimos días del año llega la fecha celebrada por tantas personas, Navidad, que conmemora el nacimiento del hijo de Dios; y hablando de mi familia, de mis hermanas Mónica y Yolanda, que son fervientes católicas, ¿cuál fue su actitud hacia mí todas esas Navidades en que estuve completamente solo, enfermo y en la pobreza? Fue como si Oscar hubiese sido un hijo que jamás existió, no un hijo que murió, sino uno que jamás nació. Yolanda tenía muy buenos ingresos (merecidamente pues es muy trabajadora), pero seguía enojada conmigo, como si yo tuviera la culpa de que nuestro padre se hubiera destruido a sí mismo; respecto a Mónica, su situación económica era todavía mejor, pero en su corazón cristiano siguió albergando un resentimiento que con frecuencia se convierte en odio contra su hermano gemelo, con el que llegó al mundo.

lunes, 19 de diciembre de 2016

De autoimagen, motivación y una vanidad sana, (continuación)


La semana pasada vi en una red social (Quora), la imagen de un hombre bien parecido admirándose en un espejo. Surgía la pregunta ¿es esto narcicismo?, y la respuesta era: no, esto es vanidad.

Narcisista es un individuo que se mira en el espejo y ve algo que no corresponde con la realidad. Haciendo una analogía, describiría a un gato famélico, con sarna y lleno de pulgas que en el espejo ve la imagen de un majestuoso tigre de bengala.

Y continuando con la autoimagen, en lo que se refiere a apariencia física, hablando de mí creo que me veo mejor que la inmensa mayoría de los hombres de mi edad, y mejor que muchos hombres más jóvenes y mucho más jóvenes. Es un hecho me dejo llevar mucho por la apariencia física, y no niego que tengo características de misántropo, pues la presencia y la cercanía de muchas personas me provoca rechazo y todo comienza con su apariencia.

No tengo un automóvil y por esa razón uso el transporte público para ir a trabajar y en mis actividades cotidianas. Esto me pone en contacto cercano con las clases bajas y no puedo negar que esa gente, en su mayoría, me provoca rechazo y desprecio. No creo que la pobreza económica condene al individuo a rendirle culto a la fealdad, con esto quiero decir que muchísimas personas parecen tener la determinación de ir por la vida haciendo gala de una fealdad repulsiva, que maximizan en la medida de sus posibilidades.

Los individuos del género masculino se ven desarrapados, vistiendo prendas de ropa de muy mala calidad que sobre una anatomía de masacote, que semeja un bloque en el que no se distinguen fronteras, no hay cintura, no se ve dónde termina el tronco y donde empieza la cadera y dónde las piernas, dan al individuo en cuestión una apariencia repulsiva. La piel oscura de la mayoría, aunada a rostros abotagados, hinchados, con abundante grasa subcutánea contribuye al aspecto de simios deformes y su ausencia de ambición para crecer como seres humanos por medio del esfuerzo, por medio el estudio y de la actividad intelectual les confiere la categoría de hombres racialmente inferiores. Y el problema no es tanto que existan, sino que sean tantos. Su abundancia me abruma, no entiendo por qué ese afán de reproducirse y traer hijos al mundo sin tener nada que ofrecerles, asegurándoles una vida de pobreza, de marginación y de violencia.

Sin embargo, esto no significa que la gente de clases más altas me resulte menos desagradable. Comparten, como una generalidad, la apariencia de masacotes, si bien usan prendas de precios más elevados y por lo tanto menos desagradables. No obstante, puedo observar hombres jóvenes que visten prendas de vestir y calzado de precios muy elevados, de muy buena manufactura y sin embargo de un pésimo gusto, y con el aspecto común de quien los lleva puestos, con lo anodinos que se ven y con su falta de masculinidad, virilidad y distinción, parecen gente todavía más digna de desprecio que sus contrapartes que viven en la pobreza. Conforme avanzan en edad y dejan de ser jóvenes, al llegar a la edad madura tienen abundante sobrepeso y mucho tejido adiposo, y muy poco músculo. Esto los hace envejecer prematuramente y cuando llegan a la tercera edad son viejos de aspecto repulsivo, y mentalmente su deformidad es mayor, por su comportamiento más parecen viejas que viejos.

Con todo esto no quiero decir que el ser humano, en todo caso el género masculino deba dedicarse a embellecerse, sino que debería buscar un desarrollo total armónico, en el que si bien la actividad intelectual es de lo más importante, la apariencia de un ser humano debe guardar relación más o menos proporcional con su valía, porque de otra manera se tienen despojos en lugar de seres humanos.

De autoimagen, motivación y una vanidad sana


Cuando tomé conciencia de mi problema de sobrepeso, me propuse incrementar mi kilometraje semanal en bicicleta, acercarme o llegar a los 200 km (que es poco, pero no tengo tiempo para superar esa marca) o en todo caso no recorrer menos de 150, y hasta el momento me he quedado corto.

La semana del 12 al 18 de diciembre (que terminó ayer), me quedé en 141 km, que es muy poco. Ese kilometraje se dividió en cinco días, de martes a viernes y el domingo. El sábado no entrené porque sentía las piernas muy cansadas (no entiendo por qué, tal vez por entrenar repetidamente a una intensidad más alta de la que corresponde con mi nivel actual de condición física), de hecho fui a la tienda de Hugo a comprar un asiento porque el que había comprado en diciembre de 2014 se rompió el pasado 4 de diciembre.

Pasan los años, se acaba la juventud, llego a la edad madura teniendo conciencia de que en un futuro no muy lejano voy a ser viejo y mi motivación para mantenerme en forma no pierde fuerza, más bien sufre ciertas modificaciones, pero permanece tan presente como lo ha estado desde que llegué a la adolescencia.

Algo que no entiendo es cómo he llegado a pesar más de 85 kg sin que mi físico lo refleje. Es cierto que tengo el abdomen abultado (aunque esto no salta a la vista), pero mi morfología sigue siendo la de un hombre de segmentos largos y bien proporcionados con una anatomía bien definida, con esto me refiero a que se ve la espalda ancha, la cintura estrecha (ahora 33 pulgadas); al observar mi figura en un ventanal, por ejemplo, se ve claramente dónde termina el tórax y donde se localiza la cintura, dónde se ubica la cadera y dónde empiezan las piernas. Sé muy bien que toda esta descripción refleja que soy vanidoso.

Continúo en la siguiente entrada.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Mi padre falleció hace nueve años, ¿dónde está el infame?


Nacer siendo un individuo del sexo masculino con una estatura, talla y capacidad física arriba del promedio, con un talento para los números que puede ser usado para estudiar ingeniería, con buenas capacidades de concentración y una capacidad innata para plantearse objetivos y la energía necesaria para alcanzarlos.

Del lado negativo, un padre violento y sádico, una madre permisiva y con esto quiero decir que no defendió a sus hijos del maltrato físico y psíquico al que su padre los sometió y una incapacidad para evitar la sobregeneralización. Con esto último me refiero a que el individuo en cuestión dio por hecho que sus características podían hacerse extensivas al resto de los seres humanos.

En los dos párrafos anteriores me he referido a Rafael Madrid Escobedo, mi padre que un día como hoy, 14 de diciembre pero de 2007, murió en buena parte como resultado de su adicción al alcohol, de su incapacidad para dejar de hacerse daño, dejando tras de sí a su ex esposa en la pobreza, a su único hijo varón arruinado a sus 43 años, a una hija de esa misma edad (Mónica) enferma de odio y de resentimiento, a otra hija cuatro años más joven (Yolanda) con características negativas muy parecidas a las suyas, y a Verónica su hija menor, fallecida trágicamente 20 meses antes.

No soy una persona religiosa y dudo de la existencia de Dios. No puedo visualizar un infierno donde la gente que tuvo un comportamiento que dañó a otros seres humanos, o seres vivos en general, pague por lo que hizo. No sé qué hay después de la muerte y casi tengo la seguridad de que cuando fallece una persona moralmente mala, no le sucede absolutamente nada, igual que a una persona con características contrarias, una persona moralmente buena.

Posiblemente de ahí surja, por lo menos en parte, mi inclinación a vengarme de la gente que me ha hecho daño, no tengo un ser superior y pese a que sí creo en el amor y en que es más inteligente seguir las reglas y buscar la justicia, la solidaridad y la bondad, cuando se trata de vengar un agravio no puedo negar que para mí lo mejor es tomarme la justicia por mi mano.

Parece innecesario decir que hay muchas personas a quienes no podría perjudicar si me hicieran daño; sin embargo, me he topado con gente que pensó que podía hacerme daño y no tenía nada que temer de mí y más tarde o más temprano tuvo que reconocer que se había equivocado, al sufrir en carne propia los efectos de mi venganza.

Con todo esto no quiero decir que yo sea un delincuente, no lo soy. De alguna manera he aprendido algo sobre la psiquis y cuando he tratado a otra persona y he llegado a conocerla un poco, por medio de la observación he sido capaz de detectar sus debilidades, aprendiendo a detectar dónde le duele y sabiendo por lo tanto dónde pegarle, si esto llega a ser necesario.

Hace seis años mi hermana Yolanda y su familia, pasaron tres meses en la casa que perteneció a mis padres, donde hasta ese momento yo había vivido solo. Un miércoles 1 de septiembre de ese año, 2010, mi madre me dijo que las cenizas de mi padre se hallaban en una urna en una de las habitaciones de la casa. Para entonces Yolanda y su cónyuge y sus hijos ya habían regresado a la ciudad de donde vinieron. Antes de dos horas, fui a esa habitación y tomé la urna para vaciar su contenido en el retrete, en el excusado.

Mi padre me agredió tantísimas veces, sabiendo bien que yo no podía defenderme de él, primero porque era un niño que de ninguna manera habría podido con un hombre adulto; más tarde porque dependía de él, algo que por mi patología y el modo como me tocó vivir, nunca cambió. Y mientras vaciaba sus cenizas por el excusado pensé, ¿puedes hacer algo para impedírmelo, padre?

Seis años después de este acontecimiento sigue presente el resentimiento que siempre sentí por este mal individuo. Su comportamiento fue atroz y conforme pasaron los años mostró una naturaleza inmunda, ensuciando todo lo que tiene que ver con honestidad y decencia y haciéndome daño mientras se destruía lentamente.

Uno de sus comportamientos más dañinos y que más me lastimaron fue su costumbre de describirme primero como un hijo que vivía en la opulencia a costa de su sufrido padre, lo que provocaba la indignación de la legión de pendejos que lo escuchaban; más tarde, añadió a esa falsedad la versión de que yo estaba decidido a mantener mi lujoso estilo de vida negándome además a trabajar, él mismo me llamaba ‘playboy’.

Y este individuo perverso que defecaba por el hocico ya se fue y una de las razones principales por las que no puedo superar lo que me hizo es que otras personas han continuado con su labor infame, entiéndase mi hermana Yolanda y su marido Narciso mantenido y vividor, que se toma miles de ‘selfies’ y se considera un hombre excepcionalmente bello.

Platicando con mi madre, le dije que si Miguel Ángel hubiera conocido a Enrique, el esposo de mi hermana Yolanda, el David jamás habría llegado a existir. La hermosura de este lacra lo habría cegado y habría inspirado una escultura un tanto diferente, y con otro nombre.

¿Dónde está mi padre, Rafael Madrid Escobedo, fallecido hace nueve años? ¿Tiene conciencia de lo que hizo y de que sus tres hijos vivos enfrentan problemas que han alterado para mal el curso de sus vidas?

Sería justo que no hubieran tantos idiotas que lo admiraran, idiotas como Francisco Mendoza González, mi tío Paco, viudo de mi tía Susana, hermana de mi madre, y otros pendejos del lado de la familia Madrid.

En fin.

martes, 13 de diciembre de 2016

Trastorno límite de la personalidad, medicamentos y efectos secundarios


Soy borderline y desde mediados de 2011 tomo el tratamiento completo para mi trastorno, prescrito por la psiquiatra Fabiola al principio y continuado así por las residentes de psiquiatría Carolina y Edith, que consta de valproato de magnesio como estabilizador del estado de ánimo, fluoxetina como antidepresivo y risperidona como antipsicótico.

Me imagino que este coctel de medicamentos me ayuda a ser funcional, a trabajar y ser capaz de sostener mi empleo sin problemas (por ejemplo, evitando algún incidente que pudiera dar lugar a que me despidieran), pero también es cierto que tienen efectos secundarios y uno que me está afectando actualmente es la ganancia de peso.

Mi peso corporal anda arriba de 85 kg y esto me resulta incómodo y trastorna en buena medida la imagen que siempre he tenido de mí mismo. He hecho esfuerzos por incrementar el número de horas de entrenamiento en bicicleta y por mejorar mi alimentación y en lo segundo he tenido un éxito relativo; en lo primero sigo casi igual.

La semana pasada (del 5 al 11 de diciembre) recorrí 135 km repartidos en cuatro días, un kilometraje verdaderamente muy bajo. Si no consigo elevar el número de horas por semana (y en consecuencia el kilometraje) no será posible perder peso de modo que vuelva a ser un hombre delgado, y la verdad eso me preocupa porque mi autoestima depende en mucho de eso.

Pero, ¿qué sucedería si dejara de tomar los medicamentos? La verdad, intentarlo suena bastante arriesgado. Hagamos un recuento de lo que ha sido este año, 2016.

En el último sábado de enero desayuné con Laura, mi querida amiga y ese fue un evento que me motivó en buena medida para el resto del año. A finales de febrero me atendió la psicóloga Carolina y en las semanas que siguieron me dio siete sesiones. La combinación de estos dos eventos me mantuvo muy inquieto porque estas dos damas fueron protagonistas en algo que sucedió durante el 2008, un año crucial y al mismo tiempo uno de los más difíciles de mi vida. Durante las semanas que siguieron (que se convirtieron en meses), me surgieron una serie de inquietudes que me mantuvieron en buena media alejado de la actividad física porque por las tardes, en lugar de ejercitarme, buscaba hablar con alguna psicóloga vía telefónica sobre mis impresiones sobre una de estas psicólogas y la importancia que ocupa en mi vida, además de mis sentimientos hacia ella.

A finales de abril cumplí 52 años de edad y un año en mi empleo. Como me ha sucedido muchas veces desde que llegué a los 35 años, en los días posteriores a mi cumpleaños se me vino una crisis porque sentí que pese a que mi situación laboral es buena, debí llegar a esta edad en condiciones mucho mejores; además esta crisis se complica porque tres días después de mi cumpleaños se cumplen años del deceso de Verónica, mi hermana menor.

El miércoles 4 de mayo tuve cita en psiquiatría y el evento fue bastante doloroso, pero eso en sí mismo fue afortunado, pues permitió detectar qué podía estar fallando en el tratamiento. Edith, la residente de psiquiatría que me atendió me cambió el antidepresivo, sertralina por fluoxetina y me prescribió una dosis muy alta: 40 mg diarios.

El año continuó sin muchas complicaciones, pero un evento que tuvo que ver con lo incompetente que es la ‘supervisora de aseguramiento de la calidad por diseño’ me hizo sentir mucha furia y frustración y pese a que no tuvo ninguna consecuencia, es uno de esos asuntos que permanecen en mi mente y despiertan en momentos de frustración. A finales de octubre compré una bicicleta de carreras profesional, semi nueva, y antes había comprado zapatillas de ciclismo y la conjunción de eventos se ha convertido en una motivación muy potente.

El primer día de diciembre tuve una crisis desencadenada en parte por la antes mencionada ‘supervisora de aseguramiento de la calidad por diseño’ y el modo tan estúpido como manejó un evento en el que fui excluido al no recibir un reconocimiento cuando se conmemoraba el ‘día del químico’.

Si he tenido crisis más o menos fuertes provocadas por eventos menores, no parece tener sentido suspender la medicación. Habría que buscar otra solución a mi problema de sobrepeso.

Martes 13 de diciembre, recuento de los últimos días


El pasado sábado 10 de diciembre desayuné con Laura por segunda vez en el año. Lo habíamos hecho a finales de enero y parezco no haber progresado mucho con los asuntos de frustración que mantienen ocupada mi mente: mi hermana Yolanda y su cónyuge mantenido y el hecho de que siguen hablando mal de mí a mis espaldas, como hizo mi padre durante muchísimos años; de ahí se derivan comportamientos como el de mi tío Paco, que hizo el papel de títere y de un perfecto idiota y como resultado de su estupidez se llevó un baño de insultos y agravios.

Como quiera que sea, desayunar con Laura fue una buena experiencia y me parece que contribuye a consolidar nuestra relación de amistad; le di además el libro que me había prestado y el de terapia cognitivo conductual para trastorno límite de la personalidad, ambos de Marsha M Linehan.

Ese mismo día hice ejercicio en mi flamante bicicleta de carreras Cannondale, de fabricación estadounidense, entrenando algunos kilómetros en rodillos y después en el circuito difícil que involucra mucha subida, correr cuesta arriba; en total 50 kilómetros que parecen poco, pero tomando en cuenta el esfuerzo involucrado no están nada mal.

Tenía intenciones de hacer otro recorrido el domingo en terreno más plano pero decidí no hacerlo, pues el cansancio que sentía parecía excesivo. Sin embargo, en la tarde volví a entrenar en rodillos y mientras lo hacía pensé en mi padre y en individuos de mi edad (en la sexta década de la vida, cincuenta y tantos años) que lejos de ser deportistas dedicados que cuidan su alimentación y sus hábitos de higiene viven intoxicándose con alcohol y con una alimentación insana, y se me vino a la mente el pensamiento “te estás matando lentamente y no puedes detenerte, y eso no me ocurre a mí”, y eso me proporcionó una cierta satisfacción.

Con ese estilo de vida mi padre se suicidó lentamente, mañana se cumplirán nueve años de que consumó su gran autodestrucción. Quisiera pensar que eso va a sucederles a otras personas que de una u otra forma me han hecho daño, sé que esos deseos no son nobles, pero son una parte de mí que no puedo negar.

Al mismo tiempo siento tristeza por mi hermana Yolanda, que no vive intoxicándose con alcohol ni con ninguna droga, pero que se está provocando un deterioro muy acelerado por vivir llevando a cuestas a su cónyuge improductivo, haragán, mantenido y sin vergüenza. Otro tanto sucede con mi hermana Mónica, que se aferra a un resentimiento que ni siquiera tiene una base, lleva dentro de sí una furia que deja escapar en contra de sus dos hijos Nicholas y Andrew a quienes les está haciendo mucho daño, sin poder detenerse.

Ayer lunes 12 de diciembre tuve un día difícil. No había dormido bien durante la noche y traía principios de gripe. Acudí a la enfermería del lugar donde trabajo y me dieron medicamentos que eliminan los síntomas de la influenza, pero también provocan somnolencia y por ello la jornada fue larga y en cierta medida dolorosa. Llegué a casa y contra mi costumbre vi una película en video, escuchándola más bien mientras dormitaba. Cerca del final le pedí a mi madre que me diera de comer y más tarde subí a mi habitación a dormir. Hoy me siento mucho mejor, pero pese a que dormí bastante quisiera estar en mi cama entre sábanas tibias; a lo mejor estoy experimentando una regresión y quisiera estar de vuelta en el útero, en un lugar donde no experimento ningún dolor y donde no necesito nada…, quién sabe.

martes, 6 de diciembre de 2016

Recuerdos dolorosos, sufrimiento psíquico, resentimiento y odio


Vivo con mucho dolor psíquico, el hijo de puta que tuve de padre murió hace prácticamente nueve años, pero lo tengo junto a mí mucho tiempo, en mi memoria que me hace volver a vivir miles de situaciones de violencia, de indefensión, de injusticia, de desesperación que en mucho están presentes por los actos de personas cercanas a mí, gente como mis hermanas Mónica y Yolanda y sus respectivos cónyuges.

Si no dejo de sufrir es simple y llanamente porque no puedo, no tengo control sobre mi memoria y las situaciones de frustración hacen que afloren esos recuerdos dolorosos y la verdad no sé cuánto tiempo va a pasar antes de que eso cambie.

La semana pasada leí la novela El secreto de sus ojos, de Eduardo Sacheri en la que uno de los personajes principales, Ricardo Morales, pierde a su joven y bella esposa a manos de un violador asesino y ese evento le destruye la vida. Ayer en la tarde lo comentaba con mi madre y ella me dijo: un adagio dice que si buscas la venganza, caves dos tumbas, a lo que yo respondí: bueno, hay que respetar porque en realidad yo soy así, yo no perdono, no es que no quiera, no puedo.

No voy a fingir que soy un gran ser humano, no lo soy. He sido presa fácil de un buen número de personas, empezando por el monstruo que tuve por padre y como decía antes, otras personas de mi familia y los golpes, los agravios y las injurias me han provocado un sufrimiento espantoso y vivir sin esperar ver sufrir a quienes me han lastimado parece no tener sentido. No soy una persona religiosa e incluso dudo mucho que Dios exista y me parece que mi postura es preferible a la de mis hermanas Mónica y Yolanda, que son devotas católicas, pero viven lastimando a otras personas, en una clara incoherencia con lo que profesan y fingen no hacerlo, cerrando los ojos ante el hecho de que su religiosidad no tiene sentido.

Sé que mi vida podría ser mejor si dejara de contemplar su lado doloroso y encontrara la manera de superar mi pasado, pero también tengo claro que no puedo perdonar, que eso es superior a mis fuerzas y que lo único que puede disminuir la intensidad del odio que siento es el paso del tiempo, y ver cómo le suceden calamidades a gente que me ha hecho daño.

Una psicóloga me pregunta por Hugo y por Laura


El pasado jueves 1 de enero tuve una crisis porque se me excluyó en mi trabajo, siendo día del químico no se me dio el mínimo reconocimiento pese a que mi puesto es químico traductor. La crisis fue intensa y dolorosa y hablé por teléfono a un centro de atención psicológica en otra entidad (Guanajuato). La psicóloga que me atendió, de nombre Leticia, y no particularmente competente, me preguntó por mi amigo Hugo y por Laura.

Le respondí que a Hugo lo estaba viendo con más frecuencia que de costumbre porque le había comprado una bicicleta en fecha reciente; sobre Laura le dije que la situación sigue siendo la misma, si yo la busco (por whats app, por ejemplo) siempre me contesta, pero jamás toma la iniciativa, nunca me busca ella a mí y eso es una clara evidencia de que yo no significo nada para ella y no tiene ningún interés en ser mi amiga.

Hay tantas cosas en la vida que no son posibles.

Preguntas que sólo el tiempo puede responder, mi hermana Yolanda


Pienso en las vidas de otras personas, de gente con las que he tenido conflicto y a quienes quisiera ver en una mala situación. Una de ellas es mi hermana Yolanda y en su caso no es tanto que quiera verla sufrir, pues pese a nuestras diferencias, el afecto que siempre he sentido por ella no se ha extinguido, sino que quisiera que abriera los ojos y el individuo despreciable con el que se casó cayera de muy alto y su imagen de víctima incomprendida se hiciera pedazos. La lógica dice que esto tiene que suceder en algún momento, pero muchas veces la vida no transcurre como debería.

Mi padre se destruyó principalmente por medio de la bebida, se le deshizo el hígado y se provocó una diabetes que lo destruyó físicamente, y el alcohol etílico le alteró el juicio y lo embruteció y lo envileció. Muchas veces me he preguntado por qué este padre infame que tuve no dio muestras de sufrimiento al observar cómo se convertía en una piltrafa humana y en cambio seguía haciendo daño como si tuviera 25 o 30 años de vida por delante.

La respuesta pudiera estar en que vivía en una burbuja en la que alteraba la realidad a su antojo, en una “psicosis” en la que cuando le convenía estaba fuera de la realidad, y cuando servía a sus propósitos estaba bien cuerdo. De la mano con esta actitud, hacía uso de la falsedad para convencerse a sí mismo y convencer a muchas otras personas de que en su vida habitaban seres malvados que le habían provocado toda la adversidad que lo llevó a convertirse en un alcohólico que eligió un método lento para quitarse la vida. Mi madre y yo éramos esas personas atroces que habían destruido su existencia.

Mi hermana Yolanda tiene cosas buenas, indudablemente no es tan vil, ruin y destructiva como lo fue nuestro padre, y sin embargo, creo que hay un paralelismo en el modo como se hace daño a sí misma. Ella no abusa del alcohol ni de ninguna sustancia, de hecho ni siquiera fuma y sus hábitos alimenticios y de higiene son razonablemente buenos. Sin embargo, el exceso de trabajo y tener conciencia, si bien reprimida, de que el tiempo pasa y la juventud se acaba y llega la madurez, que dará paso a una senectud y una muerte prematura, le provocan un sufrimiento que no puede manejar de una manera que le ayudaría a dar con la solución, es decir, no puede tomar conciencia del origen de su enorme problema y en cambio busca un chivo expiatorio a quien pueda culpar.

Sobra decir que ese chivo expiatorio soy yo. Mi padre ya se fue, en ocho días cumplirá nueve años de muerto, pero mi hermana Yolanda me necesita ahora y hace uso de mí y de mi terrible reputación, inmerecida por cierto. Eso es una vileza, pero con cada día que pase le será más difícil explicar cómo puedo ser un problema para ella si trabajo y me hago cargo de nuestra madre, y en cambio, conforme pasa el tiempo su esposo refleja más y más el aspecto del vividor que es.

Quisiera saber si en los días que vienen, en que una gran parte del mundo celebra el nacimiento del hijo de Dios, Yolanda buscará acercarse a nuestra madre.

Para saberlo sólo hace falta esperar un poco.

Evento obligatorio en el trabajo, tremendo desacierto


Me levanto veinte minutos antes de las cinco y bajo a la sala, donde tomo una taza de café con pan mientras escucho radio, después de lo cual como avena hervida en agua con pasas, sin azúcar para subir inmediatamente a bañarme, con agua fría.

Tomar un baño con agua fría, helada cuando se aproxima el invierno, me hace verme a mí mismo como un individuo fuerte. Pienso en muchos hombres de mi edad y más jóvenes (incluso mucho más jóvenes) que tienen que bañarse con agua tibia o caliente y si no tuvieran eso a su disposición muy probablemente evitarían bañarse con agua fría y los veo como débiles, carentes de virilidad y de hombría.

De la mano va mi dedicación al deporte, mi práctica del ciclismo y ocasionalmente ejercicios de musculación. Mencionaba en otra entrada que le doy mucha importancia a mi apariencia física, que parece no ser algo inusual en alguien que padece el trastorno límite de la personalidad, borderline, y que también es común en quienes padecen el trastorno histriónico de la personalidad.

Ayer se nos anunció en una junta laboral que quienes pertenecemos a este departamento, vamos a tener una comida en un restaurant caro, por lo cual se nos pide una cooperación de 150 pesos y ahí mismo se va a llevar a cambio el intercambio de regalos, que consistirá en una botella de vino o de licor, todo esto con carácter de obligatorio. Esto es un gancho al hígado, de hecho un abuso.

El jueves de la semana pasada se me vino una crisis que comenzó porque en mi departamento se me excluyó en la conmemoración del día del químico (que no soy), pero mi puesto es ‘químico traductor’ y paso la mayor parte del tiempo traduciendo archivos maestros de fármaco. Esa crisis no terminó hasta en la noche, cuando le llamé a mi jefa a su teléfono celular.

En la oficina hay un número de personas con las que tengo una buena relación personal, que no se limita a hablar de asuntos de trabajo; con otras personas platico un poco, de una manera un tanto hipócrita porque es necesario evitar la hostilidad y el conflicto en la medida de lo posible, mientras que a otras personas no les doy ni los buenos días y solamente trato con ellas por asuntos de trabajo, de otra manera no.

Este evento indeseado y obligatorio tiene su origen en que recientemente se dieron a conocer los resultados de la encuesta de clima laboral y mi departamento salió muy mal. Tengo la seguridad de que obligarnos a convivir y a sonreírnos y a ‘ser felices’ de una manera organizada constituye un desacierto monumental. Me recuerda mi infancia, adolescencia y juventud en que en mi familia teníamos que celebrar la Navidad, pese a que pasábamos el resto del año haciéndonos la guerra atrapados en una tremenda violencia, y quien nos obligaba a este disparate era el patán violento pendejo e idiota que tuve por padre, con la complicidad y participación de mi madre. Fue así como empecé a detestar esta fecha en la que supuestamente se celebra el nacimiento del hijo de Dios; nosotros la celebrábamos sometiéndonos a un ritual grotesco y absurdo en el que teníamos que felicitarnos unos a otros reprimiendo la animadversión y la hostilidad que llevábamos en nuestro interior.

Algo que se debería de hacer para mejorar el clima laboral sería poner un poco de orden y disciplina, evitar que Omar y Jorge, el par de bobalicones estuvieran haciendo sus chistecitos que solamente a ellos les hacen gracia y el resto de los ocupantes de la oficina tuviéramos que estar escuchando sus estupideces.

Otra cosa sería poner los aparatos de aire acondicionado a una temperatura que refrescara toda la oficina sin que nadie tuviera la posibilidad de ponerlos a la temperatura que le pega la gana, obligando a otros a trabajar con incomodidad porque en otras áreas hace calor. Análogamente, la directora debería tener conciencia de lo incompetente, inútil y mal intencionada que es la ‘supervisora de aseguramiento de la calidad por diseño’ que nomás no da una y en sus actividades que involucran manejo de personal, privilegia a unos en perjuicio de otros.

Para el intercambio, se repartirán números que corresponden a cada empleado, es decir, a quien le toque el número 1 le dará obsequio al compañero a quien se haya adjudicado ese número, pero no sabrá quién es hasta el día en que celebraremos dicho intercambio. Esto se hace con la intención de que a quien le toque alguien que le resulta desagradable o con quien tiene una enemistad, no pueda evitar darle obsequio y el obligado abrazo. Esto no es sano en absoluto, y si me toca una de esas personas a las que detesto, no pienso ni siquiera estrecharle la mano, mucho menos darle un abrazo.

Tengo buena opinión de la directora de mi departamento, pero esta vez creo que se equivocó de todo a todo.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Terminó una semana, comienza otra, la número 49


Por alguna razón me siento mal, como si algo muy malo le hubiera ocurrido a alguien que conozco. El que en una junta en la oficina se nos haya informado que dentro de dos semanas tendremos una comida de nuestro departamento con intercambio de regalos con carácter de obligatoria, no ayuda en lo más absoluto.

El jueves de la semana pasada tuve una crisis y una de las cosas que hice fue formatear mi celular, válgase la expresión; debido a esto perdí una aplicación del banco en el que me depositan mi nómina y con el cual tengo también tarjeta de crédito y ahora no puedo volver a ponérsela, pues mi “dispositivo no es compatible” con laa versión. Bueno, nadie se muere por eso.

La semana que terminó ayer tuve más actividad física que de costumbre (que andaba por los suelos) y leí una novela de Eduardo Sacheri, El secreto de sus ojos. Esto fue particularmente importante porque me propuse leer más y comenzar a estudiar, y pasar menos tiempo metido en la red social twitter. El fin de semana fue bastante productivo, lavé ropa, limpie mi dormitorio y cambié el acomodo de los muebles e hice dos recorridos en mi bicicleta cannondale de aluminio, ya con cinco semanas de uso; sólo que el domingo se me rompió el asiento y eso me obligó a regresar a casa antes de lo previsto.

Después de almorzar salí rumbo a la librería Gandhi en busca de una novela para mi Osito Dormilón (mi mamá), La tejedora de sombras, del escritor mexicano Jorge Volpi, pero antes me dirigí al Mercado Libertad a comprar una película pirata, esa de El secreto de sus ojos que se basa en la novela homónima de Eduardo Sacheri, y cuando iba pasando por el comercio donde habitualmente compro el alimento de mi mascota e insumos para la casa como pasas, dátiles, nueces, ajo, edulcorante, etc., vi que pese a ser domingo estaba abierto y me bajé del camión y tuve que dirigirme a una sucursal del banco en el que tengo mi cuenta de nómina para disponer de efectivo, pues con lo que traía no me alcanzaba.

Después de esto me dirigí al mercado Libertad, mejor conocido como San Juan de Dios y el trayecto fue un verdadero fastidio por la cantidad de gente que deambulaba por las calles, zona peatonal. Al salir del mercado me dirigí a la Librería Gandhi donde solamente estuve el tiempo justo para recoger el libro de Volpi y regresé a casa, llegando poco después de las cuatro de la tarde.

Hoy siento cansancio físico (si bien no demasiado) y por alguna razón me siento aprehensivo y nervioso, como si fuera a ocurrirme algo malo o como si a alguien cercano a mí le hubiera pasado algo terrible, una tragedia, si bien reconozco que este tipo de sentimientos son parte de mi trastorno y de mi precaria salud mental.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Jeffery A Jung, my sister's husband


Jeffery A Jung is a 52 year old American from Illinois. I believe that he is the oldest child of Edward and Charlene Jung, two white individuals from German and Polish origin who lack college education and culture and fill the stereotype of ignorant, gullible, simpleton, easy to fool gringos derogatory termed ‘white trash’.

Jeffery married rather late, at 37 to a woman he considers racially inferior, moved by his feelings of insignificance which led him to believe that if he married an inferior woman, she would look up to him, which happened during the early years after they married. To this day they’ve been married for 15 years.

Jeffery and Monica visited her family in June 2003 bearing great expectations in mind.

He wanted to blind her wife’s folks with his racial superiority, being a citizen of the most powerful country on Earth, his academic degrees, his job and his high income. Monica wanted to impress her siblings and mother by implying that she was the best of the four children, which would explain why such a wonderful man decided to marry her.

I am almost certain that Monica didn’t inform her husband that our father was an alcoholic, with everything that fact involves.

Weeks before their visit, a very unlucky incident led to him learning that Oscar, Monica’s twin brother lived unemployed, not working being 39 years old and had been like this during his adult life. That gave Jeffery the perfect excuse to attack him and display a huge disdain towards his brother in law, in spite that all Oscar had done was to work very hard doing handyman work so the house was in good condition to receive him and his wife.

Monica exhibited once more her true nature, which is betrayal. I believe that in the beginning she tried to explain to him that her twin brother had lived violence from his early childhood, but Jeffery convinced her quickly that such condition doesn’t affect a human being in any possible way and him by comparison was a productive hard working man because he committed to it from the beginning, while her brother avoided responsibility from the beginning.

From such event, 13 years and five months have passed and Jeffery has kept his attitude toward his brother in law, easy to understand why.

Jeffery Jung is the kind of man who gets lost in the crowd. He lacks attractiveness with women (that explains why he chose to marry an ugly woman he considers racially inferior), is an anodyne individual, his physique reflects his sedentary lifestyle and in spite of being college educated, he lacks culture.

Charlene and Edward Jung, Jeffery’s parents could have been simple ignorant people, but he was not a violent alcoholic and she was not a codependent woman from a very dysfunctional family, as Jeffery’s family was not neither. There is a high probability that in Jeffery’s family there was sibling rivalry and the usual conflict among children but not a living hell of family violence.

What would have happened to this weak and coward individual had his father treated him as if he were the worst criminal in History from his early childhood and his mother had done little to prevent such, to protect him? This flake would have gone mad or he wouldn’t have survived.

How long is it going to take before Monica and Jeffery can see the truth about themselves and about each other and realize that their relationship is not based in love, but in weakness, personal poverty and the need to fool themselves?

Is going to happen late in life.

Jeffery A Jung, el esposo de mi hermana Mónica


Jeffery A Jung es un estadounidense de 52 años de edad originario del estado de Illinois. Creo que es el hijo mayor de Edward y Charlene Jung, dos personas de raza blanca, de origen alemán y polaco que no tienen formación universitaria ni ninguna cultura y caen dentro del estereotipo de los gringos ignorantes, crédulos, simplones y fáciles de manipular a quienes se les asigna el término despectivo ‘basura blanca’.

Jeffery se casó más bien tarde, a los 37 años de edad con una mujer a la que considera de un origen racial inferior, motivado por sus sentimientos de insignificancia que lo llevaron a pensar que si se casaba con una mujer muy inferior a él, ella lo vería con una admiración infinita, que fue lo que sucedió durante los primeros años de su matrimonio; ellos se casaron en noviembre del 2001, lo que significa que acaban de cumplir 15 años de haber contraído nupcias.

Jeffery y Mónica visitaron a la familia de esta en junio de 2003 teniendo en mente grandes expectativas.

Jeffery esperaba deslumbrar a los parientes de su esposa con su superioridad racial, su condición de ciudadano del país más poderoso del mundo, sus títulos académicos, su trabajo y sus altos ingresos; Mónica esperaba impresionar a sus hermanos y a su madre sembrando la idea de que ella era la más destacada de los cuatro hijos, lo que explicaría que hubiera despertado el interés de su maravilloso cónyuge y su decisión de casarse con ella.

Casi tengo la seguridad de que Mónica no le dijo a su esposo que nuestro padre era un alcohólico, con todo lo que ello implica.

Semanas antes de la visita de Mónica y su esposo Jeffery, un incidente muy desafortunado hizo que él se diera cuenta de que Oscar, el hermano gemelo de Mónica vivía sin trabajar pese a haber cumplido 39 años y así había transcurrido su vida adulta. Eso le dio el pretexto perfecto para atacarlo y mostrar un enorme desprecio por su cuñado, a pesar de que lo único que este último había hecho en relación con la visita de ellos, había sido trabajar una barbaridad para que la casa estuviera en la mejor condición posible para que ellos se hospedaran en ella.

Mónica volvió a mostrar su verdadera naturaleza, que es la traición. Creo que en un principio trató de explicarle a su esposo que su hermano gemelo había vivido violencia desde su más temprana infancia, pero él logró convencerla muy rápidamente de que eso no afecta al individuo y en cambio él, en comparación, era un hombre productivo porque se esforzó para eso, a diferencia del hermano gemelo de Mónica, que jamás hizo ningún esfuerzo.

Desde entonces han pasado 13 años y cinco meses y Jeffery ha mantenido su actitud de desprecio hacia mí, que soy el hermano gemelo de Mónica; es fácil entender por qué.

Jeffery Jung es la clase de individuo que se pierde entre la multitud. No tiene ningún atractivo con el género femenino (lo que explica en parte que haya elegido como pareja a una mujer fea a la que además puede considerar racialmente inferior), es un individuo anodino, su físico refleja que ha llevado una vida sedentaria y pese a su formación universitaria, es un hombre inculto e ignorante.

Charlene y Edward Jung, los padres de Jeffery pudieron haber sido gente ignorante y simple, pero él no fue un alcohólico y ella nunca fue una mujer codependiente proveniente de una familia disfuncional, como tampoco lo fue la familia de Jeffery. Seguramente en su familia hubo rivalidad fraterna y conflictos que se consideran normales, pero no un infierno de violencia intrafamiliar.

¿Qué habría sido de este individuo débil y cobarde si su padre lo hubiera tratado como al peor criminal de la historia desde su más temprana infancia y su madre hubiera hecho poco para impedirlo, para protegerlo? Creo que este alfeñique se habría vuelto loco, o no hubiera sobrevivido.

¿Cuántos años van a pasar antes de que Mónica y Jeffery puedan vislumbrar la verdad sobre sí mismos y sobre su respectivo cónyuge y se den cuenta de que su relación no tiene al amor como base, sino la debilidad, la pobreza y la necesidad de engañarse a sí mismos?

Les va a suceder tarde en la vida.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Un evento de exclusión, el malestar aumenta..., y de pronto desaparece


Pasan las horas y el malestar aumenta, lejos de disminuir. Le pregunté por whats app a mi jefa directa si me habían excluido por no ser químico y me dio una respuesta que me hizo sentir peor, “no sé la razón, pudiera ser eso que tú dices”.

Le envié un mail interno a Carmelita, una compañera con la que tengo una muy buena relación de compañerismo, manifestándole lo que sentía y diciéndole que sentía el impulso de no participar en el intercambio de regalos ni asistir a la comida del departamento, eventos que se llevarán a cabo a mediados del mes de diciembre, y ella se portó muy linda argumentando que a lo mejor se les pasó, que andaban en otro mundo y pidiéndome que no me sintiera mal porque valgo mucho y que no deje de convivir con otras personas.

Bueno, eso me levanta un poco el ánimo

Y mi patología es tan brutal. No sé si este incidente es resultado de incompetencia del personal que tenía la responsabilidad de mandar los obsequios conmemorativos al día del químico (Recursos Humanos), o si simplemente se decidió darle tal obsequio a quien fuera químico y excluir a quienes no lo somos (me parece poco probable), pero realmente no me interesa la respuesta. Me hace sentir peor la insensibilidad de mi jefa, una persona con quien he tenido una buena relación de trabajo e incluso personal, pero que esta vez me ha hecho sentir peor de como ya me sentía.

Se me vienen a la mente lo que me hizo David a principios de 1998, hace cerca de 19 años, en que me despojó de mi empleo y me mandó de regreso a vivir en la inactividad y el infierno que involucra todo eso; y recuerdo también la visita de mi hermana Mónica con su esposo Jeffery en junio de 2003, que vinieron a Guadalajara a hospedarse en casa de mi madre donde vivíamos ella y yo y Mónica me insistió (casi me obligó) a ir a Puerto Vallarta para por la noche de ese domingo, agredirme verbalmente de una manera brutal obedeciendo las órdenes de su esposo, ante lo cual me levanté de la mesa en el restaurant en que nos hallábamos, para retirarme y regresar a Guadalajara al día siguiente.

Esos son dos de los recuerdos dolorosos de mi edad adulta, pero existen tantos, mi vida está caracterizada por una tremenda violencia, una de cuyas manifestaciones ha sido excluirme de la vida familiar durante todos esos años que viví completamente solo, la mayor parte del tiempo desempleado, enfermo, sin atención médica, sin un círculo social, sin pareja y en una pobreza tremenda, en el abandono.

En menos de dos semanas se cumplirán nueve años del fallecimiento de mi padre y no puedo dejar de pensar en él y no puedo dejar de recordar miles de experiencias terribles que se dieron por su incapacidad absoluta para no hacer nada que no fuera maltratar, violentar y manifestar su pobreza como ser humano. Peor es el legado que dejó, una hija muerta antes de tiempo y tres hijos muy mal preparados para enfrentar la vida, con problemas psicológicos muy graves y esperanzas mínimas de recuperación; prácticamente nulas.

Han habido momentos en que casi he llegado a sentir lástima por ese individuo violento, alcohólico, sádico, incestuoso, deshonesto y pendejo, pero el resentimiento y el odio siguen presentes porque pese a que ya se fue, dejó como representantes a otras personas para que continúen su labor destructiva, entiéndase mis hermanas Yolanda y Mónica con sus respectivos cónyuges.

Me sirve como consuelo tener conciencia de que me estoy haciendo cargo de mi madre y le estoy dando un nivel de vida bastante aceptable, de acuerdo con mis posibilidades. Mi Osito Dormilón (mi mamá) dispone de suficiente dinero para gastos de la casa y además le compro libros (novelas y libros para iluminar para adultos) con regularidad y películas en video. Ella está muy sola, pero la soledad es algo natural en las etapas más avanzadas de la vida.

Escribo esto después de haber hablado con mi jefa e indudablemente me siento mejor.

Vienen tiempos mejores

Mala experiencia laboral en el primer día del mes de diciembre


Trabajo en una compañía farmacéutica y el 1 de diciembre es día del químico, cosa que no soy. Sin embargo la empresa le da un obsequio (simbólico) a cada uno de los empleados, que el día de hoy no recibí. Eso me hace sentir tan mal que de momento no puedo continuar haciendo mi labor y tengo que detenerme porque necesito hacer algo para disipar ese malestar.

Ese acontecimiento negativo me hace tomar conciencia de que a lo largo de toda mi vida he sido excluido de muchas maneras, empezando en mi familia en que mi padre me convirtió en un alienado (me parece excesivo usar la palabra paria) desde que era un niño y la situación se recrudeció conforme pasaron los años, específicamente durante mi adolescencia y jamás cambió, incluso cuando llegué a tener más de 40 años.

Por la enfermedad que padezco, el trastorno límite de la personalidad, al llegar a la universidad me vi relegado en el avance en mis estudios y como consecuencia dejé de pertenecer a una generación en específico y empecé a habitar en una generación indefinida, más bien inexistente; jamás concluí mis estudios y por mi patología no pude integrarme al mercado laboral, lo que provocó que por no tener ingresos careciera de un círculo social, de amigos y de una novia y en lugar de ello viviera en soledad, pobreza y marginación.

Ahora soy un hombre productivo, trabajo y me gano la vida y además me hago cargo de mi madre, ya anciana, y sin embargo acontecimientos como el de hoy me hacen sentir terriblemente mal y tengo que hacer un esfuerzo para no hacer algo que después vaya a lamentar.

Siento el impulso de dar marcha atrás a mi participación en el intercambio de regalos y en la comida del departamento al que pertenezco. Es altamente probable que lo haga.