Narcisista es un individuo que se mira en el espejo y ve algo que no corresponde con la realidad. Haciendo una analogía, describiría a un gato famélico, con sarna y lleno de pulgas que en el espejo ve la imagen de un majestuoso tigre de bengala.
Y continuando con la autoimagen, en lo que se refiere a apariencia física, hablando de mí creo que me veo mejor que la inmensa mayoría de los hombres de mi edad, y mejor que muchos hombres más jóvenes y mucho más jóvenes. Es un hecho me dejo llevar mucho por la apariencia física, y no niego que tengo características de misántropo, pues la presencia y la cercanía de muchas personas me provoca rechazo y todo comienza con su apariencia.
No tengo un automóvil y por esa razón uso el transporte público para ir a trabajar y en mis actividades cotidianas. Esto me pone en contacto cercano con las clases bajas y no puedo negar que esa gente, en su mayoría, me provoca rechazo y desprecio. No creo que la pobreza económica condene al individuo a rendirle culto a la fealdad, con esto quiero decir que muchísimas personas parecen tener la determinación de ir por la vida haciendo gala de una fealdad repulsiva, que maximizan en la medida de sus posibilidades.
Los individuos del género masculino se ven desarrapados, vistiendo prendas de ropa de muy mala calidad que sobre una anatomía de masacote, que semeja un bloque en el que no se distinguen fronteras, no hay cintura, no se ve dónde termina el tronco y donde empieza la cadera y dónde las piernas, dan al individuo en cuestión una apariencia repulsiva. La piel oscura de la mayoría, aunada a rostros abotagados, hinchados, con abundante grasa subcutánea contribuye al aspecto de simios deformes y su ausencia de ambición para crecer como seres humanos por medio del esfuerzo, por medio el estudio y de la actividad intelectual les confiere la categoría de hombres racialmente inferiores. Y el problema no es tanto que existan, sino que sean tantos. Su abundancia me abruma, no entiendo por qué ese afán de reproducirse y traer hijos al mundo sin tener nada que ofrecerles, asegurándoles una vida de pobreza, de marginación y de violencia.
Sin embargo, esto no significa que la gente de clases más altas me resulte menos desagradable. Comparten, como una generalidad, la apariencia de masacotes, si bien usan prendas de precios más elevados y por lo tanto menos desagradables. No obstante, puedo observar hombres jóvenes que visten prendas de vestir y calzado de precios muy elevados, de muy buena manufactura y sin embargo de un pésimo gusto, y con el aspecto común de quien los lleva puestos, con lo anodinos que se ven y con su falta de masculinidad, virilidad y distinción, parecen gente todavía más digna de desprecio que sus contrapartes que viven en la pobreza. Conforme avanzan en edad y dejan de ser jóvenes, al llegar a la edad madura tienen abundante sobrepeso y mucho tejido adiposo, y muy poco músculo. Esto los hace envejecer prematuramente y cuando llegan a la tercera edad son viejos de aspecto repulsivo, y mentalmente su deformidad es mayor, por su comportamiento más parecen viejas que viejos.
Con todo esto no quiero decir que el ser humano, en todo caso el género masculino deba dedicarse a embellecerse, sino que debería buscar un desarrollo total armónico, en el que si bien la actividad intelectual es de lo más importante, la apariencia de un ser humano debe guardar relación más o menos proporcional con su valía, porque de otra manera se tienen despojos en lugar de seres humanos.
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