jueves, 29 de diciembre de 2016

De ciclismo, cansancio, medicamentos y objetivos en la vida


La práctica del ciclismo de ruta es un componente muy importante en mi vida, lo ha sido durante unos 24 años, si bien durante temporadas más o menos largas me he visto obligado a abandonarla por motivos económicos y de salud.

El último sábado de octubre compré una bicicleta de ruta marca cannondale, de color rojo, usada. Ya había tenido una máquina muy parecida, de la misma marca, también de aluminio y del mismo color, que compré en 1993 cuando me acercaba a los 29 años de edad. El año anterior había comprado unos rodillos (de equilibrio) que he tenido durante 24 años y en los que he pedaleado el equivalente a miles y miles de kilómetros, no sé cuántos.

En este momento tengo 52 años y ocho meses de edad. Casi permanentemente experimento un cansancio que me he negado a adjudicar a mi edad, pues aún no soy un viejo, si bien ya no soy joven, y creo tener razón. El asunto es que desde hace cinco años tomo medicamentos para mi trastorno de personalidad: un antidepresivo, un estabilizador del estado de ánimo y un antipsicótico y el primero y el tercero provocan fatiga crónica. Saberlo resulta un alivio, pues eso significa que todavía me quedan bastantes años de práctica deportiva muy placentera, con los beneficios a la salud que esto conlleva.

Tengo empleo desde hace un año y ocho meses, y esta situación combinada con mi pedaleo casi cotidiano se asemeja a la que viví durante los primeros nueve meses del año 2005, en que cumplí 41 años. Por supuesto, era mucho más joven y mucho más delgado, pesaba unos 70 kg. La diferencia es que en aquella época trabajaba como operador (entiéndase obrero) en la maquiladora electrónica por muy poco dinero, que me pagaban semanalmente. No sabía que padecía un trastorno psiquiátrico muy grave y no tomaba medicamentos más que para dormir. Como resultado de esto, tenía mucha energía, era fuerte, no tenía un gramo de sobrepeso y la práctica del ciclismo era diaria. El lado malo es que el sufrimiento psíquico era muy intenso y estaba muy deprimido por vivir completamente solo y sobre todo por no tener una pareja, y porque mi vida no iba a ninguna parte.

Ahora no tengo la energía para pedalear tantos kilómetros por semana como en aquella época, hace once años, pero hoy sí tomo medicamentos, que si bien no resuelven mi problema, aminoran los síntomas y hacen la vida tolerable.

No entiendo cómo es que peso unos 87 kg, con 1.80 m de estatura y mi sobrepeso no es evidente. Desde hace unos dos meses he estado comiendo ensaladas, tanto en el comedor de la empresa como en mi casa y si bien no parezco haber perdido peso, sí me he sentido mucho mejor. El número de horas de entrenamiento por semana sigue siendo muy bajo, pero espero que esto cambie en un futuro cercano; simplemente quiero pensar que pronto podré hacer más series de pedaleo que sumarán un mayor kilometraje cotidiano.

Todo esto no parece tener una gran importancia, y no creo que refleje grandes ambiciones, pero si algo he logrado ha sido sobrevivir, y como decía en una entrada anterior, no vivo en el carril rápido ni me hago daño suicidándome lentamente sin poder detenerme.

Pensar que otras personas viven una situación diametralmente opuesta (enemigos míos), es motivo de una gran satisfacción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario