Un día decidí comunicarme por escrito con este señor y le envié un correo electrónico en el que le expresaba lo que pienso de él (aparece como entrada en este blog), lo que le provocó un sufrimiento psíquico considerable. Debe haber sido muy doloroso que le arrancaran la máscara y sobre todo que quedara claro que es bien conocido que él no es “Licenciado en Administración de Empresas del Tecnológico de Ciudad Guzmán” y en cambio su escolaridad es primaria. Le dije muchas cosas, pero esa fue la más importante.
Algo que me molestó mucho fue que se refiriera a mí en su cuenta de twitter (que después quitó ante el peligro que representaba cierta información que puse sobre él), en el que me llamaba “persona tóxica” que se hace la víctima y además se refería a mí con el término “casi ingeniero, que es cagada emocional”. Esto da una idea de la educación y la decencia que tiene la persona con la que mi hermana Yolanda se casó y decidió tener hijos.
A eso me refiero cuando afirmo que a la violencia que he vivido desde mi más temprana infancia se han sumado los esposos de mis hermanas Mónica y Yolanda.
En el caso de mi hermana Yolanda, su violencia verbal tiene su origen en que cuando su ahora esposo la conoció, optó por la estrategia de la manipulación. Le dijo a Yolanda que él era el producto de un matrimonio que se disolvió y había vivido desde su infancia con su padre y su madrastra, teniendo dos (medios) hermanos menores a quienes sus padres les daban todo, mientras él padeció de todas las carencias, materiales y afectivas. Así conmovió a mi hermana y se ganó su corazón.
Algo de particular importancia es que este señor, de nombre Enrique, vive afirmando que él no estudió porque la vida le negó ese derecho. Resulta difícil entender por qué su padre le pagó en primaria el American School (que es una escuela de cuotas elevadas) y después le negó el derecho a educarse. Yo escuché otra versión, que su padre lo inscribió en una buena escuela secundaria, particular, y él nunca asistió.
Si Yolanda se casó con este individuo en agosto de 1993, hace veintitrés años y cuatro meses, ¿qué le ha impedido elevar su escolaridad, estudiar por lo menos secundaria y preparatoria?
La verdad es que este señor ha pasado la mayor parte de esos 23 años sin trabajar, y en cambio se dedica a ver televisión (telebasura) y no lee absolutamente nada, y se imagina que pasar muchas horas en internet (en Facebook, por ejemplo) constituye una actividad intelectual.
Enrique, el esposo de mi hermana Yolanda afirma que la condición terrible que viví durante tantos años (de hecho durante mi juventud, lo que debieron ser los años más productivos de mi vida) es merecida. Dice que si yo tengo estudios es porque tuve un padre que me los procuró, cosa que si bien en cierta medida es cierta, no dice nada sobre el hecho de que yo nací con TDA y por consiguiente con problemas de aprendizaje y lejos de darme por vencido y abandonar la escuela, me convertí en un autodidacta y eso me confiere una capacidad intelectual que nadie puede negar. Lo que soy, poco o mucho, lo conseguí esforzándome, a diferencia de él que por rebeldía o quién sabe por qué, se negó a estudiar terminantemente.
Este individuo despreciable cuenta con dotes innegables de manipulador y es un maestro de la intriga. Durante los últimos meses, o años, se ha dedicado a difamarme con gente de mis familias materna y paterna, y lo más frustrante para mí es que algunas (o muchas) de esas personas le crean sus mentiras y su veneno sea efectivo. Existen pendejos como mi tío Paco, viudo de mi tía Susana, hermana de mi mamá, que escuchan y dan crédito a las infamias que vomitan a mis espaldas mi hermana Yolanda y su cónyuge paria. Esa labor que llevó a cabo mi padre, magistralmente, durante tantos años, ahora la realizan mi hermana y la despreciable escoria con la que se fue a casar.
¿Y cómo se relaciona todo esto con la inminente fecha de la Navidad?
Pienso que mi situación es infinitamente mejor de lo que fue en años pasados, de hecho estoy en la mejor de toda mi vida, pero independientemente de que personas de mi familia, como mis hermanas Mónica y Yolanda estén geográficamente lejos (la primera en Katy, Texas; la segunda en Puerto Vallarta, Jalisco), la violencia sigue presente en todas las fechas del año y parece poco probable que eso cambie algún día.
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