martes, 13 de diciembre de 2016

Martes 13 de diciembre, recuento de los últimos días


El pasado sábado 10 de diciembre desayuné con Laura por segunda vez en el año. Lo habíamos hecho a finales de enero y parezco no haber progresado mucho con los asuntos de frustración que mantienen ocupada mi mente: mi hermana Yolanda y su cónyuge mantenido y el hecho de que siguen hablando mal de mí a mis espaldas, como hizo mi padre durante muchísimos años; de ahí se derivan comportamientos como el de mi tío Paco, que hizo el papel de títere y de un perfecto idiota y como resultado de su estupidez se llevó un baño de insultos y agravios.

Como quiera que sea, desayunar con Laura fue una buena experiencia y me parece que contribuye a consolidar nuestra relación de amistad; le di además el libro que me había prestado y el de terapia cognitivo conductual para trastorno límite de la personalidad, ambos de Marsha M Linehan.

Ese mismo día hice ejercicio en mi flamante bicicleta de carreras Cannondale, de fabricación estadounidense, entrenando algunos kilómetros en rodillos y después en el circuito difícil que involucra mucha subida, correr cuesta arriba; en total 50 kilómetros que parecen poco, pero tomando en cuenta el esfuerzo involucrado no están nada mal.

Tenía intenciones de hacer otro recorrido el domingo en terreno más plano pero decidí no hacerlo, pues el cansancio que sentía parecía excesivo. Sin embargo, en la tarde volví a entrenar en rodillos y mientras lo hacía pensé en mi padre y en individuos de mi edad (en la sexta década de la vida, cincuenta y tantos años) que lejos de ser deportistas dedicados que cuidan su alimentación y sus hábitos de higiene viven intoxicándose con alcohol y con una alimentación insana, y se me vino a la mente el pensamiento “te estás matando lentamente y no puedes detenerte, y eso no me ocurre a mí”, y eso me proporcionó una cierta satisfacción.

Con ese estilo de vida mi padre se suicidó lentamente, mañana se cumplirán nueve años de que consumó su gran autodestrucción. Quisiera pensar que eso va a sucederles a otras personas que de una u otra forma me han hecho daño, sé que esos deseos no son nobles, pero son una parte de mí que no puedo negar.

Al mismo tiempo siento tristeza por mi hermana Yolanda, que no vive intoxicándose con alcohol ni con ninguna droga, pero que se está provocando un deterioro muy acelerado por vivir llevando a cuestas a su cónyuge improductivo, haragán, mantenido y sin vergüenza. Otro tanto sucede con mi hermana Mónica, que se aferra a un resentimiento que ni siquiera tiene una base, lleva dentro de sí una furia que deja escapar en contra de sus dos hijos Nicholas y Andrew a quienes les está haciendo mucho daño, sin poder detenerse.

Ayer lunes 12 de diciembre tuve un día difícil. No había dormido bien durante la noche y traía principios de gripe. Acudí a la enfermería del lugar donde trabajo y me dieron medicamentos que eliminan los síntomas de la influenza, pero también provocan somnolencia y por ello la jornada fue larga y en cierta medida dolorosa. Llegué a casa y contra mi costumbre vi una película en video, escuchándola más bien mientras dormitaba. Cerca del final le pedí a mi madre que me diera de comer y más tarde subí a mi habitación a dormir. Hoy me siento mucho mejor, pero pese a que dormí bastante quisiera estar en mi cama entre sábanas tibias; a lo mejor estoy experimentando una regresión y quisiera estar de vuelta en el útero, en un lugar donde no experimento ningún dolor y donde no necesito nada…, quién sabe.

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