Si no dejo de sufrir es simple y llanamente porque no puedo, no tengo control sobre mi memoria y las situaciones de frustración hacen que afloren esos recuerdos dolorosos y la verdad no sé cuánto tiempo va a pasar antes de que eso cambie.
La semana pasada leí la novela El secreto de sus ojos, de Eduardo Sacheri en la que uno de los personajes principales, Ricardo Morales, pierde a su joven y bella esposa a manos de un violador asesino y ese evento le destruye la vida. Ayer en la tarde lo comentaba con mi madre y ella me dijo: un adagio dice que si buscas la venganza, caves dos tumbas, a lo que yo respondí: bueno, hay que respetar porque en realidad yo soy así, yo no perdono, no es que no quiera, no puedo.
No voy a fingir que soy un gran ser humano, no lo soy. He sido presa fácil de un buen número de personas, empezando por el monstruo que tuve por padre y como decía antes, otras personas de mi familia y los golpes, los agravios y las injurias me han provocado un sufrimiento espantoso y vivir sin esperar ver sufrir a quienes me han lastimado parece no tener sentido. No soy una persona religiosa e incluso dudo mucho que Dios exista y me parece que mi postura es preferible a la de mis hermanas Mónica y Yolanda, que son devotas católicas, pero viven lastimando a otras personas, en una clara incoherencia con lo que profesan y fingen no hacerlo, cerrando los ojos ante el hecho de que su religiosidad no tiene sentido.
Sé que mi vida podría ser mejor si dejara de contemplar su lado doloroso y encontrara la manera de superar mi pasado, pero también tengo claro que no puedo perdonar, que eso es superior a mis fuerzas y que lo único que puede disminuir la intensidad del odio que siento es el paso del tiempo, y ver cómo le suceden calamidades a gente que me ha hecho daño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario